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Ponte el Condón Emocional

Acostarse con alguien no tiene únicamente riesgo de contraer una ITS o un embarazo no planificado. Los riesgos emocionales también están ahí.

Ana Lombardía

Conocer a alguien una noche y echar un polvo; tener una cita por Tinder e irte a su casa ese mismo día; tener un folla amigo, un/a colega con el que te acuestas de vez en cuando; el “sólo es sexo y nada más”. Se ha puesto tan de moda el sexo sin compromiso que parece fácil tenerlo. Es más, parece hasta obligatorio. 

No sé en qué momento nos autoconvencimos de que es posible acostarse con alguien sin que haya más implicación ni repercusión. Como si fuésemos sólo trozos de carne que se meten en una cama a revolcarse y tener orgasmos, pretendiendo que la otra persona cumple únicamente una función instrumental en nuestra vida: la de proporcionarnos un rato de placer.

Se nos olvida que somos personas completas, llenas de facetas que se conectan las unas con las otras: cuando nos acostamos con alguien lo hacemos llevando bajo el brazo nuestras ilusiones, miedos y expectativas. Nuestra personalidad, nuestra autoestima o incluso nuestro mal día en el trabajo también nos acompañan. Todo eso hace que conectemos más con un cierto tipo de personas, que nos relacionemos de una forma o de otra y que vivamos el sexo de maneras distintas. 

No a todo el mundo de la afecta de igual modo esto del “sólo es sexo”; hay personas que son incapaces de no vincularse y encariñarse más allá -al fin y al cabo, durante el sexo segregamos sustancias relacionadas con el apego-. Otras, las que no generan ese vínculo, suelen tener sensación de vacío, malestar o incluso rechazo hacia la otra persona o hacia sí mismos después de un encuentro sexual de este estilo. Al fin y al cabo, pretender ir en contra de la propia esencia del ser humano tiene sus consecuencias. 

Acostarse con alguien tiene riesgos emocionales. Foto: Shutterstock

Aun así, nos empeñamos en tener “sexo sin compromiso” y vamos de cama en cama sin protegernos en absoluto, sin cuidar nuestros sentimientos e ignorando nuestras necesidades reales. Nos exponemos una y otra vez al rechazo, a la crítica, a que nos utilicen, a que ignoren nuestro placer. Nos exponemos a personas dolidas y rotas por dentro que, probablemente, nos dañarán de algún modo. A relaciones vacías, líquidas y prescindibles, que no sólo no nos aportan sino que nos restan y se llevan nuestra energía y nuestra luz. Sobre todo, nos exponemos al dolor que sentiremos por habernos fallado a nosotros mismos, por no habernos cuidado adecuadamente y por no ser coherentes con lo que realmente sentimos y necesitamos. 

¿Y si nos ponemos un condón emocional? Acostarse con alguien no tiene únicamente riesgo de contraer una ITS o un embarazo no planificado. Los riesgos emocionales también están ahí pero los ignoramos y vamos a pecho descubierto por la vida, entregándonos sin control. 

¿Por qué se convirtió en algo “guay” el deshumanizarnos de este modo? ¿El pretender que no necesitamos conectar con los demás? Nos da hasta vergüenza reconocer que queremos una relación de pareja, o que necesitamos vincularnos de algún modo con los demás. Hemos erotizado a las personas que son “libres”, que “no quieren ataduras” y que son “independientes y no necesitan a nadie” ¡nos resultan tremendamente atractivas! Mientras, nos agobiamos y horrorizamos cuando alguien nos plantea vincularnos de forma sana, conocernos y responsabilizarnos afectivamente el uno del otro (ya sea para formar una pareja o no). 

Cuidémonos. Cuidémonos y cuidemos a los demás. Seamos conscientes de nuestras necesidades reales y respetémoslas. Tengamos cuidado de no buscar en el sexo vacío la atención, afecto o autoestima que nos falta. No ignoremos las necesidades del otro y, cuando veamos que los intereses y afectos de la otra persona no casan con los nuestros, alejémonos con cuidado y respeto. 

¡Usa el condón emocional! Póntelo, pónselo.

© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

Ana Lombardía
Por Ana Lombardía

Psicóloga, educadora, sexóloga y colaboradora de diversos medios de comunicación. Autora del libro: Hablando con ellos. La sexualidad de los hombres hetero y del blog Sexo en la piel.