Cada vez hay más personas conscientes de que su manera de vivir la esfera afectiva en la niñez, le ha marcado en su manera de relacionarse con el resto de personas en la etapa adulta. Hay una teoría que nos explica cómo este pasado nos influye en la forma de vincularnos con las demás personas en el presente y que nos ayuda a comprender mejor en cómo atendemos nuestras necesidades y si hay ciertas conductas en nuestra vida que no son saludables. Es la llamada Teoría del Apego.
La teoría del apego
La teoría del apego la desarrolló el psicoanalista británico John Bowlby en la década de 1940. Bowlby intentaba comprender la intensa angustia que experimentaban los bebés de 0 a dos años separados de sus cuidadores y especuló que estas respuestas debían de tener una función evolutiva. La figura del cuidador, normalmente la madre, proporciona a los bebés, apoyo, protección y cuidado. Si esta figura no satisface las demandas emocionales, provocará ansiedad y enfado. Así, esta teoría nos cuenta que nuestros primeros vínculos de la infancia nos influyen en cómo nos relacionamos afectivamente con los demás en nuestra vida adulta. El tipo de apego que desarrollemos con nuestros cuidadores, padres, abuelos, en la infancia nos marcará de manera significativa en la forma que tenemos de vincularnos afectivamente en la etapa adulta. El establecimiento del apego está relacionado con el sistema exploratorio que nos facilitará relacionarnos con el entorno físico a través de nuestros sentidos y el sistema afiliativo que nos permite conectar con otras personas.
Según esta teoría existen 4 tipos de apego. Es posible que te sientas identificada con alguno de ellos o incluso con más de uno. Vamos a describir las características más significativas de cada uno de ellos, después veremos si el estilo de apego se puede o no cambiar.
Apego Seguro
Es la capacidad de interactuar de manera confiada con otras personas y con el entorno. Este tipo de apego lo muestran las personas que tuvieron cuidadores presentes, atentos a sus necesidades, que no tuvieron un comportamiento sobreprotector ni invasivo y que supieron valorarlas. Esto como resultado da personas seguras y con confianza en sí mismas que pueden mantener relaciones de confianza duraderas, manteniendo la autonomía.
Este tipo de apego se caracteriza por:
- No hay miedo al abandono.
- No hay desconfianza de los otros.
- Hay una buena autoestima.
- Se sabe expresar de manera adecuada los sentimientos de manera asertiva y empática.
- No es difícil intimar o construir una buena base afectiva con otras personas.
Apego Ansioso-Ambivalente
Son personas que muestran mucha inseguridad hacia sus propias capacidades y necesitan apoyarse de manera excesiva en las otras personas. Suelen presentar este tipo de apego las personas que han sido muy sobreprotegidas en la infancia, con figura cuidadora que presentaba preocupación y ansiedad ante los peligros del entorno.
Las personas con este apego suelen tener miedo y angustia ante las separaciones. Buscan mucho la aprobación externa y les cuesta enfrentarse a situaciones nuevas, ya que les falta confianza en ellas mismas.
Características de este tipo de apego:
- Cuesta poner límites en las relaciones.
- Sufren de dependencia emocional y miedo intenso al abandono.
- Son posesivas y celosas.
- Nunca se sienten suficientemente amadas.
- Se busca constantemente la atención y validación de los demás.
Apego Evitativo
Este se caracteriza por una dificultad para reconocer los estados emocionales propios y conectar afectivamente con otras personas. Es un tipo de apego que se suele producir en entornos exigentes, en los cuales no se da importancia a los sentimientos. Aquí la persona cuidadora no ha sabido satisfacer las necesidades emocionales infantiles, por lo que se aprende a ser autosuficiente y distante para sobrevivir. Esto se traduce en no entender a menudo las emociones de las otras personas y evitar las relaciones de intimidad.
Podemos encontrar las siguientes características de este tipo de apego:
- Cuesta generar intimidad emocional.
- Dificultad para comprometerse con otras personas.
- No les gusta expresar lo que sienten.
- Les cuesta comprender lo que sienten los demás.
- Priorizan su independencia a toda costa en las relaciones de pareja.
Apego Desorganizado
Es la mezcla entre el apego ansioso y el evitativo. En la infancia es posible que se hayan vivido comportamientos muy contradictorios de parte de los cuidadores, viéndolos a la vez como figuras de miedo y de tranquilidad, generando mucha confusión. La consecuencia es que se pierde la confianza en la figura de cuidado, creando incluso enfado e ira hacia ella.
En la vida adulta se tendrán muchas dificultades para regularse emocionalmente.
Es posible tener este tipo de apego si te sientes identificada con estas características:
- Sufrir maltrato de la pareja.
- No saber regular las emociones.
- Pensar que las personas, en general, no son de fiar.
- Querer que me quieran, pero a la vez tener miedo de que te hagan daño.
- Sentir la autoestima muy baja.
¿Podemos modificar nuestro estilo de apego?
Es posible que leyendo las líneas anteriores nos hayamos sentido identificadas con un tipo de apego o incluso con más de uno. Lo que es importante saber es que tener un tipo de apego ahora no tiene por qué determinar la forma de relacionarnos con los demás de por vida. En realidad, lo más común es no tener un estilo de apego puro, sino que lo más probable es que uno de los estilos destaque más que el otro. Además, no son fijos en el tiempo, sino que dependiendo del contexto, podemos orientarnos hacia un estilo de apego u otro.
Modificar nuestro estilo de apego es posible. Se pueden aprender formas de vincularnos de manera más sana. Para ello, sería bueno poder relacionarnos con personas que tengan un estilo de apego lo más seguro posible. Si es necesario, acudir a terapia nos ayudará a poder identificar y modificar las conductas problemáticas que tengamos interiorizadas y, así, poder disfrutar de nuestras relaciones de una forma más satisfactoria.
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