En el corazón de Ámsterdam, en un estudio situado en el histórico barrio de De Wallen, Neeltje de Vries lleva años creando un universo fotográfico que desafía sutilmente —pero con contundencia— las convenciones sobre cómo se representa el cuerpo femenino. Sus imágenes no gritan, no reclaman atención. Simplemente existen, con una autonomía que resulta revolucionaria precisamente por lo natural que parece.
La mirada que transforma
De Vries, formada en la FotoAcademie de Ámsterdam, ha desarrollado un lenguaje visual que funciona como fotogramas cinematográficos suspendidos en el tiempo. Sus mujeres —desnudas o vestidas— parecen capturadas en un momento de intimidad profunda, pero no vulnerable. Hay en ellas una presencia completa, una suficiencia que no busca validación externa.
«Estas mujeres son, y se bastan a sí mismas», describe una crítica sobre su trabajo. Y es precisamente esa cualidad lo que marca la diferencia fundamental con gran parte de la fotografía de desnudo femenino: sus protagonistas no intentan complacer al espectador. No están ahí para ser consumidas visualmente. Están, simplemente, habitando su propia existencia.
Desnudez como lenguaje, no como espectáculo
En la obra de De Vries, la desnudez funciona como una elección artística deliberada, nunca gratuita. No es erotismo diseñado para la mirada ajena, sino una expresión de pureza y conexión con lo natural. Sus imágenes comunican una liberación literal: del tiempo, de las restricciones identitarias, de los roles impuestos.
La fotógrafa trabaja con una paleta cromática distintiva donde los verdes oscuros y las tonalidades orgánicas crean una atmósfera de misterio sin pesadez. Sus composiciones, influenciadas por su pasado como diseñadora gráfica, juegan con líneas, formas y elementos geométricos que estructuran las imágenes sin ahogar la espontaneidad de los cuerpos.
«Busco la fricción en una imagen», explica De Vries en una entrevista. «Estéticas impresionantes y algo que las haga vacilar y girar». Esa tensión entre lo perfecto y lo perturbador, entre la belleza clásica y algo más salvaje, es lo que dota a su trabajo de una profundidad emocional inusual.

El espejo y la emancipación
Hay un componente profundamente personal en el trabajo de De Vries. La propia fotógrafa ha reconocido que sus modelos representan aspectos de ella misma, que la emancipación es un tema central nacido de su propia biografía. Pero su mirada no es narcisista ni proyectiva en el sentido reduccionista del término.
«Fotografío lo que me afecta; lo que experimento yo misma, lo traduzco en ellas», confiesa. Y añade con honestidad: «No tengo idea de cómo se siente ser un hombre. Así que no los fotografío». Esta claridad sobre sus límites y su perspectiva es, en sí misma, un acto de integridad artística.
A través de sus imágenes puede rastrearse su propia evolución personal. Cada serie, cada retrato, documenta no solo a la mujer frente a la cámara, sino también el momento vital de quien está detrás de ella.

Indómitas e indomables
Si hay una palabra que define a las mujeres de De Vries es «indómita». No son víctimas, no son objetos, no son idealizaciones inalcanzables. Son seres complejos, habitando su fuerza y su emoción en esa línea delgada donde ambas se encuentran.
En un momento cultural donde la representación del cuerpo femenino sigue siendo territorio de batalla, el trabajo de De Vries ofrece algo radical por su sencillez: mujeres fotografiadas por una mujer, para una mirada que no objetualiza sino que reconoce. Sus imágenes funcionan como espejos donde otras mujeres pueden verse reflejadas no como deberían ser, sino como son: completas, contradictorias, poderosas.

Un legado visual
La obra de Neeltje de Vries ha sido expuesta en galerías de Ámsterdam, Estocolmo y otras ciudades europeas, consolidándose como una voz importante en la fotografía contemporánea de autor. Su libro de arte «HER» reúne algunas de sus imágenes más emblemáticas, un testimonio tangible de su talento extraordinario.
En tiempos donde la sexualidad femenina y su representación visual están en constante revisión y debate, el trabajo de De Vries aporta una perspectiva necesaria: la posibilidad de habitar el cuerpo y el deseo desde la autonomía, sin domesticación ni disculpas. Sus mujeres no quieren nada de ti, independientemente de lo que tú quieras de ellas. Y en esa indiferencia radical reside su verdadero poder.









Neeltje de Vries continúa trabajando desde su estudio en Ámsterdam, creando imágenes que desafían el tiempo y las categorías, fotografía a fotografía
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