No, no son sitios gay, son espacios seguros, libres de prejuicios, donde hombres de todas las edades y preferencias sexuales se reúnen a masturbarse solos o mutuamente. No hay alcohol, no hay drogas, no existen las dinámicas de poder, no hay activos ni pasivos, no hay miedo a contraer una Infección de Trasmisión Sexual (ITS). Este es el atractivo de los clubes de masturbación masculina, que han llegado a España.
La web The Bator Blog – de masturbators, nombre en inglés que designa a los hombres que disfrutan de esta actividad – indica que en Estados Unidos hay 18 clubes, dos en Australia, dos en Canadá y uno en Reino Unido. En Madrid, hay un club llamado Pajas entre Colegas, donde los hombres que acuden disfrutan de un ambiente relajado, con música de jazz suave y pantallas con imágenes de hombres másturbándose. Los asistentes disfrutan de eventos de tres horas donde se puede masturbar las veces que quieran y, entre los orgasmos, charlar con sus amigos.
Nacho G, creador de Pajas entre Colegas es un hombre heterosexual con pareja que promueve esta práctica homoerótica, un placer que se disfruta en solitario y se comparte en grupo, lo que conecta al hombre con otros que disfrutan de lo mismo, por ello entre los clientes del club se da una hermandad fálica a través de la masturbación,y se reivindica esta práctica sexual sana que aún en el siglo XXI es señalada por la iglesia católica, y que entre muchos genera rechazo por ser considerada algo de tíos inseguros, acomplejados o incapaces de conseguir pareja, todos estos mitos sin fundamento real.
Si bien la mayoría de los asistentes a los clubes de masturbación son homosexuales, Pajas entre Colegas tiene una afluencia del 30% de hombres heterosexuales. Mientras los gays buscan una experiencia sexual segura, sin los desafíos de las apps de citas, los heterosexuales buscan una experiencia lúdica diferente. No se discrimina por aspecto físico o edad, se incluyen a hombres mayores y con discapacidades.
Las reglas son claras, nada de sexo oral ni anal, y un código de color en la pulsera indica si el hombre prefiere ser tocado o no. Los besos y la masturbación mútua si están permitidos. Los precios van desde 20 dólares al mes hasta 235 dólares al año.
La masturbación masculina en grupo es una conducta histórica, que se remonta a las saunas y cines pornos. Hasta hace pocos años, cuando el porno no estaba en las pantallas de los móviles, los adolescentes compartían revistas o películas en VHS en momentos donde era imposible ir a masturbarse en privado, ver a los colegas en esta actividad íntima era algo que para los chavales no tenía ni una pizca de homosexualidad. El psicoanálisis afirma que es una conducta narcicista, donde la comparación del pene con el de otros hombres tiene un peso importante así como exponer la virilidad como un acto que refuerza positivamente la autoestima.
Desde el punto de vista sexológico, Ysabel Velásquez explica que acudir a un club de masturbación es una experiencia sana y liberadora para aquellos hombres que quieran descubrir y experimentar la homosexualidad, así como para los heterosexuales más flexibles, que con una mentalidad abierta, disfrutan de esta variante homoerótica lejos de los juicios y la mirada escrutadora de otros, “es algo positivo porque a todos los hombres se les permite compartir el placer de una forma libre y afirmativa”.
No menos importante, la sexóloga afirma que, en el caso de las mujeres cuyas parejas disfruten de acudir a un club de masturbación, esto no debe ser considerado una infidelidad, sino una actividad placentera que es parte de sus preferencias. “El peligro es que este hombre se involucre una relación romántica con algún amigo o la masturbación grupal se convierta en una fijación que altere la actividad sexual en pareja.”
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