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El Placer Masculino

Es frecuente escuchar que el placer femenino es más amplio y variado, pero los hombres pueden desarrollar una sexualidad tan rica y variada como la de las mujeres.

Ana Lombardía

Suele ser bastante frecuente escuchar que el placer femenino es más amplio y variado que el masculino: que si tenemos más zonas erógenas, que si podemos ser multiorgásmicas, que si tenemos varios tipos de orgasmos… Pero la realidad es que los hombres también pueden desarrollar una sexualidad tan rica y variada como la de las mujeres.

Lamentablemente, el cuerpo del hombre no se ha erotizado tanto a lo largo de la historia como el de la mujer… por lo que la principal -y muchas veces única- zona erógena masculina es el pene. A las mujeres se nos han adornado las muñecas, las orejas, los dedos, el cuello… llevando la atención a esas zonas y convirtiéndolas en algo atractivo. Se nos ha tapado el cabello, los tobillos, las rodillas el escote… creando zonas prohibidas, llenas de misterio y erotismo. Con el hombre no se ha hecho el mismo proceso, por lo que no tiene el mismo efecto la visión o la caricia en un hombro femenino que en uno masculino. 

De ese modo, el placer masculino se ha centrado tradicionalmente en la estimulación del pene: ellos mismos no suelen concebir otras formas de recibir placer y las mujeres que se acuestan con hombres tampoco suelen plantearse otras formas de estimularles. Además, cuando se intentan formas nuevas de sentir placer, suelen frustrarse rápidamente al no conseguir de forma inmediata las sensaciones que están buscando. 

A sentir placer se aprende. Foto: Pixabay

La buena noticia es que a sentir placer ¡se aprende! Es normal que si nos hemos acostumbrado a la estimulación fácil y rápida en los genitales, nos cueste disfrutar de otras zonas del cuerpo con menos terminaciones nerviosas y que, además, no tienen un componente erótico para nosotros. 

En la consulta y en mis talleres veo a hombres que sienten muchísimo placer ¡incluso orgasmos! con la estimulación de los testículos, del ano, del periné y de los pezones. Igualmente, del cuello, los pies o las orejas. Algunos han conseguido este placer de forma espontánea y casi innata. Otros, han realizado un proceso de reaprendizaje de su sexualidad para disfrutar de otras formas de placer en la cama. 

Por lo general, cuando aprendemos una forma concreta de sentir placer -en este caso la estimulación en el pene- nos ceñimos a ella y no buscamos otras. Cuando nos permitimos descentralizar el placer del pene y jugar con el resto del cuerpo, observando las sensaciones que nos provoca y mostrándonos abiertos a la nueva experiencia sensorial ¡se logran cosas maravillosas!

Permitámonos ir más allá del pene; no busquemos sentir lo mismo con la estimulación de los testículos o del cuello ¡pues la sensación será muy diferente! pero puede ser igualmente muy placentera e, incluso, llevarnos hasta el orgasmo por un camino nuevo. 

© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

Ana Lombardía
Por Ana Lombardía

Psicóloga, educadora, sexóloga y colaboradora de diversos medios de comunicación. Autora del libro: Hablando con ellos. La sexualidad de los hombres hetero y del blog Sexo en la piel.