El Yin y el Yang del Sexo

Una perspectiva de cinco elementos: agua, madera, fuego, metal y tierra, y sobre las diez mil maneras en que nos excitamos.

Marta Burgués

El sexo es medicina natural. En la tradición taoísta, de la que evolucionó la medicina china, el principio «como es arriba es abajo» es la base de todo diagnóstico y tratamiento. Esta perspectiva considera al ser humano como un microcosmos del mundo exterior, que incluye las energías primordiales del Yin y el Yang, así como los cinco elementos tal como se experimentan en la naturaleza. La experiencia sexual y el placer son una parte importante de las prácticas de cultivo en estas tradiciones, y de hecho, ¡hay tantas maneras de alcanzarlo como personas!

El flujo del Agua a la Madera, del Fuego a la Tierra, del Metal y viceversa es un ciclo que se observa en las estaciones del año, en las estaciones de la vida y en las estaciones de las relaciones.

La perspectiva de los cinco elementos nos permite reconocer nuestro lugar integral dentro de la majestuosidad de la ley natural y comenzar a comprender cómo podemos generar salud y bienestar en cualquier situación. En la medida en que podamos encarnar y expresar plenamente las virtudes de los elementos, podremos participar plenamente en la vida, de forma íntima e impersonal al mismo tiempo. La energía arquetípica de las cinco fases permanece inalterada a pesar de los detalles de nuestra experiencia, y es gratificante sentir dónde nos encontramos en ciertas energías, con ciertas personas y en ciertos momentos.

El humano incluye los cinco elementos tal como se experimentan en la naturaleza. Foto: Shutterstock

Los elementos pueden ser un mapa donde podemos ubicar nuestra experiencia en la presentación siempre cambiante y en constante movimiento de la vida. Si bien también existe un patrón controlador y destructivo en el movimiento de los elementos, aquí se presenta el ciclo generativo donde la vida transcurre de forma sostenible, a veces de las maneras más sublimemente sensuales:

Todo comienza y termina en el Agua. El Agua es donde la creación vive y respira. Es donde el linaje habla. El Agua es la disolución de la dualidad y donde nos fusionamos para encontrarnos como uno solo. El jing, o esencia de quienes somos, se encuentra en el agua pura de los fluidos sexuales y literalmente lleva la huella de las generaciones que nos precedieron. El Agua es donde el sistema nervioso y el sistema endocrino danzan y donde la estimulación externa (especialmente la auditiva) puede encender un conocimiento profundo y primario en nuestros cuerpos. Es donde empezamos a rodearnos y fluir el uno alrededor del otro, sintiendo una sensación compartida de asombro. Es el misterio profundo y la voluntad de descubrir lo que hay ahí.

La Madera nos saca del reino acuático del potencial y es donde comienza la acción. Nos lleva de lo tierno y suave a lo duro y directo mientras nos movemos juntos en una tensión creciente. La Madera es como la energía de la primavera donde todo despierta y resuena con vida. A través del sistema endocrino, los mensajes transportados por la sangre, bombeando con fuerza a través de los tendones y tendones, nos estiramos, nos elevamos y nos impulsamos mutuamente. Los canales de los meridianos de Madera recorren los órganos sexuales y también los ojos.

La estimulación visual y el movimiento hacia un objetivo común es donde actúa la energía de la Madera. Es donde nos impulsamos y nos esforzamos con flexibilidad y creatividad hacia un objetivo y obtenemos energía de una anticipación/aspiración compartida.

En Fuego, la sensación circula simultáneamente por todos los confines de nuestro cuerpo y se concentra en lo profundo de nuestro ser como un sol abrasador. El Fuego es la cima de la energía yang donde todo se ilumina y se activa. Solo hay que estallar en éxtasis. Es el sudor, el grito y la entrega plena al placer. El Fuego es la expresión del uno a través del dos y a través del cual se enciende toda la vida.

Es la fuerza pura de la creación y el epítome de la alegría. Los meridianos de Fuego transportan energía hacia y desde el Corazón; Y a través de este latido compartido, podemos recordar la parte celestial de tener forma terrenal.

La Tierra es donde podemos asentarnos y permanecer un rato.

Músculos y mente relajados, todo el cuerpo nutrido con qi y sangre frescos, goteando y pegajoso como fruta madura, satisfechos y agradecidos por el festín de sensaciones que podemos deleitar. Las respiraciones son largas y deliciosas, y hay un gran placer en la simple dulzura de simplemente estar en este momento compartido. Los meridianos de la Tierra recorren los órganos digestivos y es en estos momentos donde digerimos con cada célula de nuestro ser la exquisitez de estar juntos. Hay una cualidad aparentemente infinita en el tiempo a medida que nos sumergimos para recibir el alimento.

En Metal, comenzamos a reencontrarnos con nuestra propia piel. Brillantes y exquisitamente entregados, es la exhalación y la experiencia de total absorción. La atmósfera que nos rodea es ligera y sutil, y hay un aire de finalidad e inevitabilidad. Es hora de soltar. Los detalles se desintegran, pero el aire se llena del aliento de la eterna belleza de lo mejor del ser humano. Inhalamos y exhalamos juntos, como seres separados en una creación compartida, conectados para siempre a través de la esencia del Amor creado.

Y dejando atrás el metal, volvemos al agua. Juntos y solos. De vuelta al vacío, donde un potencial infinito espera que le susurremos al oído una vez más.

© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

Marta Burgués
Por Marta Burgués

Periodista freelance con más de 20 años de experiencia en distintos medios escritos y digitales. CEO en Divisibles.