La energía sexual en los seres humanos, además de efectuar un movimiento circular a través de los canales internos del organismo, realiza dos fases perfectamente diferenciadas. La primera fase, que representa el ímpetu inicial de la energía sexual, comienza en el cerebro y, tras ejecutar un recorrido circular, termina en los genitales. Para expresar lo anterior en términos fisiológicos, diremos que la región hipotalámica-pituitaria y la glándula pineal, alojadas ambas en el cerebro, segregan hormonas que controlan el sistema endocrino del organismo del que forma parte las glándulas genitales (ovarios y testículos). Dichas hormonas garantizan la funcionabilidad de los mecanismos sexuales y los prepara para que realicen debidamente la acción de copular. Esta primera mitad del círculo, conocida como fase biológica o reproductora de la energía sexual, empieza, como ya hemos visto, en el cerebro y desciende hasta los genitales. Y es en esa fase donde invariablemente liberamos, a través del orgasmo o la eyaculación, la energía sexual creada durante el juegos erótico.
El secreto del tantra, y también su principal interés, está en que la energía sexual no salga del cuerpo, sino que sea retenida dentro de él; es decir, que no sea habitualmente liberada mediante el orgasmo ahora o la eyaculación. Si esta energía permanece dentro del cuerpo e inicia un nuevo recorrido circular, desarrollaremos plenamente nuestro potencial orgásmico. En efecto en la fase ascendente, que transcurre por la segunda mitad del círculo, se le da a la energía sexual la oportunidad de seguir su recorrido circular hasta terminar en el cerebro, su lugar de origen. Con esto se revitalizan y nutren las glándulas maestras (la pineal y la pituitaria) de nuestro organismo que, como se sabe, tienen mucho que ver con el estado de salud de nuestro cuerpo. Con la actividad sexual se liberan muchos factores hormonales que afectan de manera positiva al cuerpo y a la conducta, por lo que desde muy antiguo el sexo ha sido asociado a la longevidad y a la iluminación espiritual. Desde el momento en que se permite que la energía sexual se reabsorba y se recicle, el sexo se convierte en una fuerza revitalizadora y energética. Estamos hablando, pues, de lo que se conoce como fase espiritual o generativa del sexo; fase en que los genitales son reverencialmente considerados como órganos generativos. El acceso a esta segunda fase de nuestra energía sexual se consigue no permitiendo que esa energía se escape definitivamente en nuestro organismo y propiciando que, en lugar de esto, vuelva y realice un recorrido ascendente hasta el cerebro. Eso es, ni más ni menos, lo que propugna el tantra en su deseo de demostrar que el sexo puede ser encauzado de forma que no se limite a crear otras vidas, sino también más vida.

Se entra en la fase espiritual de la energía sexual cuando hombres y mujeres aprenden a relajarse juntos durante la copulación. Esta forma de abordar el sexo es directamente opuesta a la noción popular que se tiene de ella, ya que para la mayoría de las personas la actividad sexual entraña siempre esfuerzos, tensiones y presiones. Normalmente se cree que cuanto más violento y movida sea el acto sexual mayor será el goce y satisfacción que de él se obtenga. A pocas personas les ocurre pensar que el coito sea un episodio tranquilo. A nadie se le pasa por la cabeza que el auténtico éxtasis sexual esté íntimamente emparentado con la relajación física. Nadie piensa que cuanto más nos relajamos, más numerosas e intensas serán nuestras sensaciones. Fácilmente se aprecia que el éxtasis y la tensión son, en este caso, conceptos completamente antagónicos. La tensión genera calor e inquietud mientras que el éxtasis surge del frío y la paz interior. La tensión oprime y contrae, mientras que la relajación abre y expande. La tensión crea picos y la relajación crea valles. La tensión propicia el desprendimiento, mientras que la relajación favorece la absorción.
La relajación constituye el eje central del tantra. Por eso nos asegura que cuando nos relajamos en honor de nuestra energía sexual, en vez de elevarla hasta la una cúspide para luego liberarla, lo que hacemos es no desprendernos de ella y reencauzarla por un tranquilo valle, con lo cual conseguimos más energía vital y más amor. Si reencauzamos la energía sexual por medio de la relajación, podremos dirigirla hacia nuestro interior para que, una vez dentro inicie una trayectoria ascendente; durante este proceso de energía sexual es automáticamente reabsorbida por el cuerpo y puesta de nuevo en circulación. El tantra equipara esta acción con el acto de colocar un pie en el primer peldaño de una escalera interior de desarrollo crecimiento. En su momento, un relegado sendero de energía se activará a todo lo largo del núcleo central de nuestro cuerpo y experimentaremos, desde los genitales hacia arriba, una sublime, gloriosa dorada y luminosa sensación producida por una fluida corriente electromagnética. Si bien en vez de imposibilitarla, como hacemos por ignorancia, nos preocupásemos por darle a la fase espiritual la importancia de ese merece, el simple acto de hacer el amor se convertiría en una experiencia divina compuesta de las más excelsas maravillas.
Puntos clave
- La energía sexual es la propia fuerza vital que circula a través de todos nosotros.
- Mediante el equilibrio de nuestras energías masculina y femenina podemos disfrutar de unas relaciones sexuales saludables y fortalecedoras.
- Podemos encauzar la energía sexual mediante la forma usual que es el orgasmo o bien podemos reencauzarla para que nos proporcione más energía o más amor.
- Ayudándonos de la creatividad podemos transformar el sexo en una experiencia verdaderamente edificante.
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