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¿Qué Ocultan las Fantasías?

¿Te perturban algunas de tus fantasías? ¿Te preguntas si muestran tus más oscuros deseos? Desciframos lo que, de verdad, ocultan.

Cris Planchuelo

Las fantasías no ocultan nada. Las fantasías NO muestran la parte más oscura de nuestros deseos por la sencilla razón de que NO expresan nuestros deseos.  Solo ponen de manifiesto que recrearnos en tal o cual escena nos excita. Imaginar y excitarse no significa que queramos llevar esas situaciones a la realidad, sino que montarnos en nuestra cabeza esa película –tan cargada de los detalles que nos fascinan– sube varios grados nuestra temperatura erótica.

Nos perturba fantasear sexo oral con el vecino, imaginar que nos azotan, que nos montamos un trío lésbico… mientras hacemos el amor con nuestra pareja o nos masturbamos. Nos parece que estamos haciendo algo malo o que quizás somos raras y pervertidas. Nada de eso. Porque, precisamente, lo divertido de la imaginación es que carece de límites. Para límites, los que ya nos impone la realidad. Puestos a soñar, lo hacemos con lo que no tenemos: a lo grande, sin fronteras, con todos esos ingredientes que la realidad no nos proporciona.

Debemos distinguir tres aspectos diferentes de la erótica: las fantasías, los deseos y las acciones. Son distintos, ninguno es superior al otro y no tienen por qué estar vinculados entre sí. Fantasear se relaciona con lo que nos excita. Las fantasías no son la guarnición del erotismo sino que en sí mismas constituyen una valiosísima herramienta de excitación de la que echar mano cuando queremos ponernos a cien.

Desear tiene que ver con lo que nos gusta. Cualquiera puede desear bañarse en las aguas turquesa de una isla del Índico, comer dulces sin engordar o irse a la cama con Mario Casas. Pero eso no significa que de verdad vaya a dar todos los pasos necesarios para que eso suceda. Lo desea, sí, pero no lo lleva a cabo por múltiples razones. Deseamos cosas imposibles y cosas posibles, y eso es algo valioso que nos activa y moviliza muchas emociones.

Y las acciones son lo que llevamos a cabo. Porque nos apetece, podemos, es asequible, nos viene bien, es legal… Cualquiera puede intentar seducir al hombre que le gusta, organizar unas vacaciones con su amante, componerle poemas… En las acciones entra en juego el encuentro con el otro y, por tanto, el acuerdo con el otro. Aquí sí nos topamos de lleno con los límites de la realidad.

Podemos intentar llevar a cabo nuestras fantasías, por supuesto, pero no por ello hemos de creer que debemos hacerlas realidad. Ni siquiera compartirlas. Y tampoco tenemos por qué cumplir todos nuestros deseos, ya que el mero acto de desear es en sí un valor. Cada uno de estos aspectos son verdaderos tesoros de nuestra erótica, ¿por qué no cultivarlos todos? Imaginemos, deseemos, hagamos. Y, sobre todo, disfrutemos con ello.

© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

Cris Planchuelo
Por Cris Planchuelo

Periodista y sexóloga. Profesora de periodismo sexológico. Autora del libro: El club del Daiquiri  El increíble caso del apóstrofo infiltrado: Y otros crímenes contra la ortografía española. Foto: @rojofoto.es