Somos seres sociales, y como tales, las relaciones satisfactorias de pareja son algo a lo que aspiramos. La nueva tendencia de renegar de las relaciones de pareja surge irónicamente, al menos en la gran mayoría de los casos, del desencanto por no lograrlas y no realmente por no desearlo naturalmente.
Y es que, aunque sea algo que anhelamos es también una de las esferas de nuestra vida en la que más metemos la pata.
¿Qué errores cometemos a la hora de iniciar una relación o se van dando a medida que la relación va asentándose y, por tanto, lo hace sobre arenas movedizas?
#1 Ir como pollo sin cabeza
Lanzarnos a una relación como quien se tira a una piscina, sin saber si hay agua, dejándonos llevar simplemente por el cóctel de hormonas del momento, sin “poner cabeza”.
A la hora de elegir pareja tienes que tener claro qué es lo que te conviene porque muchos hombres, y/o mujeres, te pueden parecer atractivos, pero no todos van a encajar contigo para un proyecto de vida duradero.
Tienes que conocerte bien y saber, por tu forma de ser y por tu historia, qué es lo que te conviene. Elegir bien es fundamental, si no elegimos bien la posibilidad de fracaso es mucho mayor.
Preguntarte si realmente admiras a esa persona o solamente te parece atractiva o, peor aún, te estás tomando como un reto que te preste atención y valide para ver si saca algo bueno de ti, o por el contrario, te sientes insegura y empiezas a perderte en la relación tratando de gustarle. Plantearte si su proyecto de vida es compatible con el tuyo te ahorrará mucho sufrimiento a la larga.
#2 No conocer lo que necesitas
Muchas mujeres me hacen la misma pregunta “¿Cómo sé qué tipo de proyecto quiero con alguien si no le conozco bien todavía, ¿no se supone que primero tengo que conocer a la persona y luego decidir que quiero algo serio?
Mi consejo, si quieres una relación plena y duradera, es que abandones esta desconcertante mentalidad.
No es muy probable que tengas una relación plena y duradera si tu carta de presentación en el mercado del amor no indica claramente que quieres una relación plena y duradera.
Para conseguir este tipo de relaciones necesitas partir de ti de lo que tú necesitas y no de lo que la otra persona te propone. No inviertas donde te digan que no saben lo que quieren, aunque “no se cierren a nada”, ni donde te animan a fluir y a ver qué se va antojando. Si tu objetivo es una relación que te haga sentir bien no tiene mucho sentido ir a ver qué pasa. Esto sólo te va a provocar ansiedad.
“Oye, pues a veces salen relaciones muy bonitas de algo que al principio no parecía ir a ningún lado”. Sí, y otras veces no, y encima te recuerdan que ya te lo advirtieron o te tildan de intensa o dependiente.
Otro error similar a querer sacar de donde no hay es no conocerte y pretender que la otra persona, que lo tiene más difícil, lo haga. Que sepa lo que tú quieres y necesitas y te lo dé cuando a veces ni siquiera tú lo sabes.
Para que una relación funcione necesitas conocerte y ser capaz de darte a conocer. Identifica tu lenguaje del amor y comunícalo.
Y ten en cuenta cuál es el lenguaje del amor de tu pareja y cómo se siente amado, no pretendas que se tiene que sentir amado de la forma que a ti te gusta demostrar el amor. El trabajo aquí es de ambos.
#3 Tu pareja, compañero o enemigo
El tercer aspecto fundamental que debes conocer, tanto de ti como de tu pareja, es cómo resolvéis las situaciones de tensión o las discrepancias.
¿Cómo expresas tu enfado o desacuerdo y cómo recibes el mensaje del otro cuando te lo manifiesta?
¿Sois impulsivos, necesitáis espacio para drenar las emociones, tal vez hablarlo en el momento porque si no os da ansiedad?
Cuando tu pareja manifiesta malestar ¿intentas darle la solución y se enfada aún más? ¿Aún no sabes por qué?
Conocer esta parte de ti y de tu pareja, ponerla en común, limar asperezas y procurar despatologizar el conflicto os ayudará a evitar que derive en peleas, reproches y que afecte negativamente al vínculo de pareja.
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