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Vivir una Revolución Sexual a los 40

Vivir una revolución sexual a los 40 no es otra cosa que sentirse libre, segura y con ganas de exprimir la vida. Es descubrirse a una misma.

Arola Poch

¿Para qué tenemos relaciones sexuales? Para la reproducción, era la respuesta hace años. Y con esa finalidad, transitar por los 40, vislumbrando la menopausia, se convertía en casi sinónimo de que la vida sexual se apagaba y para qué esforzarse en que no fuera así. Pero si hoy preguntamos por la finalidad de las relaciones sexuales, la cosa cambia (¡menos mal!) y la primera respuesta acostumbra a ser el placer. Y ahí la situación da un giro más que interesante. Y es que el placer no tiene edad.

Incluso diría que el placer puede ir aumentando con el tiempo. No tengo datos científicos que avalen esta afirmación, pero mi hipótesis se basa en que con los años y si nos lo permitimos, ganamos seguridad para decir qué nos gusta y qué no, tenemos más claro qué queremos, conocemos mejor nuestro cuerpo y sus reacciones.  Y todo eso son factores básicos para la satisfacción. Tras años de, quizás, sentirnos cohibidas porque “las mujeres no pueden mostrarse demasiado sexuales”, de pensar que “la penetración es el objetivo del sexo” o de fingir orgasmos porque “es normal que a las mujeres les cueste más”, adentrarse en los 40 plantea una nueva situación: ganas de romper con todo eso, disfrutar y disfrutarse. Para ello hay una premisa indispensable: que nos apetezca y nos lo permitamos.

No es obligatorio, faltaría más, vivir una revolución a los 40. Ni tan siquiera tiene por qué ser recomendable. Al final qué es lo mejor es particular de cada una, es aquello que cada cual desea sin prejuicios ni autolimitaciones. Y cada vez más hay mujeres que al llegar a la quinta década de su vida quieren disfrutar, quieren explorar, quieren descubrir. Hay quienes se plantean ¿es esto todo lo que hay en el sexo? Y deciden encontrar la respuesta a esa pregunta.

Cosas que necesitamos para explorar la sexualidad a partir de los 40 (en realidad, sea la edad que sea)

Aunque el camino de exploración es propio de cada una, hay una serie de aspectos que serán necesarios para que ese transitar sea satisfactorio. Aquí van algunos:

1# Quitarse prejuicios sobre la sexualidad femenina

Los prejuicios, que no son pocos en el tema de la sexualidad, nos influyen en la forma en que tenemos de vivirla. Algunas de esas falsas ideas que se siguen repitiendo demasiado nos dicen que las mujeres son sexualmente menos activas, que no pueden mostrarse muy deseantes, que su placer es secundario y depende del hombre, que el orgasmo se alcanza a través de la penetración, entre otros mitos. Hay que superar esta visión limitante de la sexualidad para permitirnos disfrutarla.

2# Quitarse prejuicios alrededor de la edad

Cumplir años como condición que afecta en negativo al deseo o al disfrute. Esto aplica especialmente en el caso de las mujeres, donde la menopausia parece un momento crítico. Claro que los años van cambiando los cuerpos, pero no van restando las posibilidades de disfrutar. El sexo, lo sabemos, no tiene edad. Pero si se dice y se repite que la menopausia cambia las hormonas y afecta la deseo, al final nos autocondicionamos. El deseo, el sexo, no es una cuestión solo biológica, también influye lo psicológico y lo social. Es decir, pon un estímulo delante que te apetezca y verás si aparece el deseo.

La menopausia puede ser una etapa de erotismo renovado. Foto: Shutterstock
Es necesario quitarse prejuicios alrededor de la edad. Foto: Shutterstock

3# Quitarse prejuicios sobre la sexualidad en general

Qué está bien y qué está mal. Cuando se empieza la autoexploración sexual es fácil que aparezcan gustos fuera de lo habitual y entonces pueden surgir inseguridades sobre si, por ejemplo, que alguien se excite cuando se siente observada en lencería o si le gusta que le aten y amordacen, está bien o no, es normal o no. En este punto la respuesta es clara: todo aquello que se realiza de forma consensuada y sana está bien.

4# Conocer y aceptar nuestro cuerpo y nuestras fantasías

La exploración individual es la primera fase de la aventura. Es la base para el placer ya que no se puede pretender que otra persona sepa qué me gusta y cómo si yo primero no lo sé. Además, si quiero explorar, deberé tener una mínima idea de por dónde quiero ir y para ello las fantasías son un buen aliado.

5# Encontrar un compañero o compañera

Dispuesta a compartir el viaje. Pasada la primera fase de aventura individual, puede apetecer una exploración con acompañamiento. Y aquí viene una parte difícil porque encontrar a alguien que esté a la altura no siempre es fácil. No todas las personas se han quitado esos prejuicios previos, no todas las personas generan la confianza, seguridad y complicidad de podernos mostrar cómo somos en situaciones de intimidad. Si nos centramos en relaciones heterosexuales, hay hombres que se asustan ante mujeres seguras. Y por suerte hay otros que no. Encontrar un acompañante puede ser complicado, pero no imposible.

6# Valorar qué circunstancias vitales nos acompañan

La sexualidad no es ajena al resto de la vida y la situación laboral, familiar, personal en general influye en que se tengan las ganas y la energía para vivir una revolución sexual. A partir de los 40 puede haber divorcios que den alas y/o niños que requieran todo el tiempo, por ejemplo. Pensar que todas tenemos una posible revolución sexual a nuestro alcance es hablar desde el privilegio.

7# Tener seguridad y asertividad

Para vivir esa aventura pudiendo decir con toda claridad qué se quiere, reivindicando lo que se necesita, aceptando decepciones y siempre desde los cuidados hacia una misma y hacia la otra persona o personas con las que nos relacionemos.

Vivir una revolución sexual a los 40 no es otra cosa que sentirse libre, segura y con ganas de exprimir la vida. Vivir una revolución sexual es descubrirse a una misma. Vivir una revolución sexual es sentirse a gusto. Y todo esto vale a cualquier edad, solo hay que tener ganas de iniciar ese viaje.

© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

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Por Arola Poch

Psicóloga y sexóloga. Sexpositive & Footfetish. Colaboradora de diversos medios de comunicación. Autora de los libros: Las cosas clarasLo normal es ser raro y A mi rollo con mi cuerpo y mis emociones.