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Creencias y Placer Sexual Femenino

El placer sexual femenino está expuesto a creencias irracionales que hay que desterrar para vivir nuestra sexualidad de forma saludable.

María Villalba Tost

No es nada nuevo que la sexualidad femenina ha estado históricamente mucho más tabú que la masculina. Y con ello el placer sexual femenino se ha visto mucho más expuesto a mitos y creencias disfuncionales.

Y eso se ve desde edades bien tempranas, cuando una va a impartir sesiones de educación afectivo-sexual en centros educativos y observa las reacciones entre chicos y chicas cuando se habla de unos y cuando se habla de las otras.

No sin ser menos frecuente, en espacios de terapia sexual, también observamos mujeres adultas que arrastran un desconocimiento importante a lo sumo de un sinfín de creencias mitificadas sobre su sexualidad y placer en todo su espectro.

Es importante, por tanto, que tratemos de deconstruir aquellas ideas sobre nuestro placer que,  en contra de permitirnos vivir nuestra sexualidad de una forma saludable, nos llenan de condicionamientos.

#1   El otro es “quien me tiene que hacer disfrutar”: primera idea preconcebida sobre el placer femenino. Tu placer es tu responsabilidad. La pareja sexual con la que te compartas, no tiene por qué saber qué te gusta. Explorarte, conocerte y expresarte es tu responsabilidad. Validar que tu placer también es importante, igual que el de tu pareja sexual, le pertenece a cada una de nosotras.

#2  La masturbación es cosa de hombres: puede parecer que hoy en día esta creencia ya se ha superado, pero no acaba de ser del todo así. Las, y los, profesionales de la sexología seguimos viendo muchas mujeres que ven la masturbación como algo “de hombres”, y que para ellas es algo raro, incómodo, sin sentido e incluso desagradable.  Esta creencia, sin duda, produce un gran desconocimiento sobre nuestro propio cuerpo y placer.

#3  Una relación sexual sin penetración es una relación sexual “a medias”. Limitar el placer a los genitales y al coitocentrismo, es ponerle cadenas a algo que va mucho más allá. Todo el cuerpo puede ser erógeno, desde la cabeza hasta las puntas de los dedos de los pies. Y el órgano sexual más potente que tenemos es el cerebro, por tanto… ¿cómo podemos reducir el placer a unos genitales o a una sola práctica sexual?

Todo el cuerpo puede ser erógeno, no hay que limitar el placer a los genitales. Foto: Pexels/Cottonbro Studio

#4  “Yo no fantaseo, eso no está bien”. El deseo sexual tiene un componente trabajado. Eso es, que una puede cuidarlo activamente y  hacer de más y de menos para que éste se mantenga. Las fantasías sexuales son el motor de ese deseo sexual. Poner barreras a esas fantasías o creer que es algo “negativo” o que cuando tenemos pareja “no deberíamos”,  es poner trabas a ese deseo y como consecuencia, nuestro placer puede verse afectado por “no permitirnos” fantasear.

Ayudarse de distintos recursos que puedan ser activadores de nuestra capacidad de fantasear es una manera de trabajar en cuidar nuestro deseo y contribuir con nuestro placer (leer relatos eróticos, leer  fantasías sexuales de otras personas, leer literatura erótica, ver escenas de películas eróticas, proponerse escribir nuestras propias fantasías, etc…)

#5  El máximo placer femenino se logra encontrando el “punto G”. El punto de Gräfenberg, o más conocido como punto G, es una zona situada alrededor de la uretra, que es sumamente sensible, pero no está demostrado científicamente que el máximo placer femenino esté localizado ahí. Centrarnos en  encontrarlo y no explorar con igual fin otras zonas, puede limitarnos otras fuentes de placer. Como por ejemplo, el clítoris y sus más de 10.000 terminaciones nerviosas, de más fácil acceso y sumamente significativo para el placer femenino. Saber dónde está situado y explorar cómo nos da placer acariciarlo o que la pareja sexual lo acaricie y estimule, va en beneficio de nuestro placer.

#6  Una mujer no debería tomar la iniciativa, aunque tenga ganas; Otra barrera mental que sin duda está más presente en parejas heterosexuales. Aunque aparentemente se siga pensando que también ha quedado atrás, la seguimos viendo mucho tanto en las aulas como en terapia. Creer que ese rol le pertenece al hombre hace que una no sea coherente con su deseo y con la actitud que le ayudaría a permitirse expresarse en libertad y abrirse al placer.

#7  El disfrutar no pertenece a todos los cuerpos. Esta creencia va muy ligada a nuestra autoestima. Si nuestro cuerpo no cumple determinados cánones estéticos, puede que no nos sintamos “merecedoras” de placer. Desde ahí, no sólo no nos sentiremos a gusto con nosotras mismas en intimidad, si no que no vamos a sentirnos, por nuestras inseguridades, plenamente liberadas y disponibles para dejarnos llevar a la hora de darnos y recibir placer.

Trabajar para entender que el único enemigo del placer son nuestras inseguridades y no nuestro cuerpo, sea como sea éste, puede liberarnos de todas aquellas cadenas mentales que no nos permitan disfrutar.

Podría seguir mencionando otras creencias limitantes entorno a la sexualidad y placer femenino, pero aquí he citado algunas que por mi experiencia profesional, son de las más habituales.

Trabajar en todo ello, puede permitirnos conectar con nuestro placer en total plenitud.

¿Te animas?

© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia. 

María Villalba Tost
Por María Villalba Tost

Psicóloga- Sexóloga y Terapeuta de Pareja. Cofundadora de Sexualis Salud: Plataforma de psicología online donde poder trabajar tus emociones, tu sexualidad y tus relaciones.