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No Estamos Locas, Somos Cíclicas: la Verdad sobre Nuestras Hormonas

El equilibrio hormonal es clave para la salud física y mental de las mujeres. Por ello, es necesario comprender nuestras hormonas y nuestra naturaleza cíclica.

Ysabel Velásquez

No falta quien diga, cuando nos enfadamos con justa razón, que parece que tenemos la regla, y si esto sucede cuando ya tenemos más de 40 años, es normal que nos señalen de menopáusicas a manera de insulto.

Hipócrates, filósofo griego y padre de la medicina occidental, afirmaba que el útero se movía por el cuerpo femenino, causando enfermedades; después vinieron otros sabios que refrendaban esta teoría diciendo que nuestro sistema reproductivo era la causa de irritabilidad, insomnio y mareos, síntomas similares a los del síndrome premenstrual. La solución era el coito, y si no se conseguía marido pues un “masaje pélvico” realizado por un médico para que un “paroxismo histérico”, es decir un orgasmos, nos “quitara el malestar”. Esta práctica devino en el desarrollo de los vibradores, creados como aparatos médicos, en los primeros años del siglo XX, para que las mujeres “pudieran curarse en casa”.

Hoy sabemos que tras el orgasmo se libera hormonas y neurotrasmisores relajantes – óxido nítrico, oxitocina, vasopresina endorfinas y dopamina -sin embargo, la ignorancia sobre nuestra biología y sobre nuestro placer desde los albores de la humanidad hasta ayer, en tiempos históricos, hace que aún en 2025, arrastremos la rémora de tabúes sobre nuestras hormonas y su funcionamiento, cosa que impacta en nuestra salud física y emocional, deseo sexual y conducta.

Miriam Al Adib Mendiri, ginecóloga y sexóloga, autora de Cuando las hormonas se desmadran: Descubre por qué su equilibrio es clave para tu bienestar físico y emocional (Alienta, 2024) no da unas claves sencillas para comprender nuestro ciclo hormonal y sacarle partido. Tuvimos la oportunidad de revisar su libro y te traemos una información que permitirá apropiarte de él sin miedo.

No somos lineales

El misterio relacionado con la emocionalidad femenina se desvela cuando comprendemos que no somos lineales y que la ciclicidad hormonal, un aspecto biológico, también se ve afectado por factores psicosociales, y esto condiciona todas las aristas de nuestra salud, desde el metabolismo hasta el estado de ánimo.

Durante nuestra etapa fértil experimentamos una serie de cambios todos los meses, pero estos cambios no sólo se producen porque vemos la regla, sino que afectan a todo el cuerpo, y también a nuestra mente.

Las diferencias entre hombres y mujeres vienen de la comprensión del sistema hormonal. Nuestra ciclicidad impacta en el cerebro, los sistemas inmunológico, nervioso y cardiovascular. Sin embargo, la medicina y la ciencia han estudiado el modelo de salud y enfermedad en el patrón masculino, extrapolando las conclusiones a las mujeres.

De la Ovulación a la Regla

La progesterona es la hormona que comanda el proceso de la ovulación a la regla, prepara nuestro cuerpo para un embarazo, conservando el endometrio, que es la capa de tejido más interna del útero, para anidar el óvulo fecundado (cigoto). La vigilancia inmunológica baja para nuestro cuerpo no identifique este embarazo como un cuerpo extraño, mientras que el Sistema Nervioso Central (SNC) se calma.

Si no hay embarazo la progesterona baja, el endometrio se descama, es decir, nos viene la regla y volvemos a empezar. En la primera fase del ciclo los protagonistas son los estrógenos, que hacen lo contrario de la progesterona, comienzan engrosando el endometrio y se activa la vigilancia inmunológica porque no podemos estar con el sistema inmune siempre bajo, porque seríamos propensas a contraer infecciones. Anímicamente esto nos pone más activas y creativas.

Lo que ocurre con el sistema inmunológico es una evidencia de que nuestra ciclicidad no es sólo un asunto reproductivo. Otro ejemplo es lo que pasa con el Sistema Nervioso Central (SNC) porque mientras la progesterona hace que nos sintamos más tranquilas, los estrógenos, tienen el efecto contrario, nos ponen mucho más activas, por eso cuando va llegando la ovulación estamos que nos comemos el mundo, porque los estrógenos son activadores neurales, de hecho hay estudios antropológicos que demuestran al llegar la ovulación estamos más atractivas y nuestra belleza se potencia como un mecanismo que potencia las probabilidades de reproducción.

El ciclo a nuestro favor

Una mujer en su fase premenstrual no está para bromas, no es que esté histérica, ni está loca no le pasa nada. Por esto es importante entender la ciclicidad como algo natural para poder sacarle partido. En la segunda fase del ciclo vamos a ser mucho más incisivas, por ejemplo, para convencer en una junta de trabajo a un jefe, por eso el momento ideal para hacer una presentación académica o laboral es cuando los estrógenos están más elevados, en fase periovulatoria

Hay mujeres que tienen Síndrome Premenstrual (SPM) y lo pasan fatal, experimentando tanta irritabilidad que altera la calidad de vida. Al Adib explica que esto sucede debido a un desequilibrio donde diversos factores pueden intervenir, pero que genera una alteración en la segunda fase del ciclo – de la ovulación a la regla – donde no se produce la suficiente progesterona para contrarrestar todos los efectos de los estrógenos, por ello en lugar de tener ese efecto de calma, vamos a estar mucho más reactivas.

La producción de progesterona es la primera que se queda atrás cuando hay algún fallo en el eje hipotálamo – hipófisis – ovárico. Siempre ganan los estrógenos porque éstos se producen en el ovario sin necesidad de que haya una ovulación, además se producen en otros tejidos periféricos, en cambio la progesterona sólo se fabrica en el ovario y prácticamente la totalidad a partir del cuerpo lúteo que es el resultado de la ovulación, en cuanto no ovulamos bien, lo primero que falla es la progesterona y esto genera todos estos síntomas desagradables que llamamos Síndrome Premenstrual (SPM).

Muchas mujeres anteponen todo al sexo. Foto: Pexels/Ron Lach
 Nuestros niveles de energia varian a lo largo del ciclo. Foto: Pexels/Ron Lach

Hipersexualizadas y perfectas

Hay una fina línea que separa lo fisiológico o normal de lo patológico. Los aspectos socioculturales impactan, para bien y para mal, en nuestra biología, por eso muchas veces no nos pasa nada y creemos que nos pasa algo, porque se nos vende un modelo de mujer ideal que es siempre lineal e hipersexualizado, donde pasamos de ser objetos para la reproducción a ser objetos de deseo, imagen que es reproducida desde los anuncios de compresas, hasta la series y las redes sociales.

El deseo sexual es multifactorial, y si bien las hormonas son un factor importante en la ecuación, cosas como el nivel de estrés, la relación de pareja y la personalidad también inciden. Por ejemplo, durante la menopausia se suele decir que el deseo disminuye al cesar la producción hormonal, sin embargo, en la mayoría de los casos hay factores relacionales de peso, problemas con hijos adolescentes o con padres mayores que requieren de nuestros cuidados. Las hormonas pueden favorecer el deseo, mientras que la actitud favorece a la producción de neurotrasmisores como oxcitocina, dopamina y serotonina, en un proceso donde ambos aspectos, biología y voluntad, se retroalimentan positivamente.

Los cambios de humor naturales no están muy bien vistos, hay un tabú, alimentado por la ignorancia histórica, hacia la ciclicidad de nuestro procesos sexuales y reproductivos. Que cuando tengas la regla no te apetezca ir de marcha no es ningún problema, que necesites descanso extra no es patológico.

Existen factores que afectan nuestro equilibrio hormonal como el uso de la píldora anticonceptiva que puede desde bajar la libido hasta causar depresión, el estrés crónico, la falta de sueño, la alimentación inadecuada, la falta de ejercicio, enfermedades crónicas, disruptores endocrinos, uso de ciertos medicamentos, obesidad y consumo de alcohol. Por eso, conocer nuestro ciclo, y mejorar nuestros hábitos son dos herramientas que nos empoderan, permitiéndonos comprendernos mejor.

Por otra parte, también dejamos pasar muchas enfermedades que cursan con cansancio, dolor o con síntomas que no se pueden medir porque se las atribuimos a las hormonas y además afirmamos tienen un componente psicosomático; así se nos suelen escapar la endometriosis, el hipotiroidismo y un largo etcétera, que normalizamos y no consultamos al especialista.

Perimenopausia y menopausia

A medida que nos vamos acercando a la quinta década de vida, la disminución del estrógeno y la progesterona puede causar una serie de síntomas, incluyendo sofocos, cambios de humor, insomnio y disminución del deseo sexual, sin embargo, estos no se dan de la misma manera en todas las mujeres.  Al Adib precisa que es importante conocer el nuevo orden hormonal para sacarle partido a muchos aspectos que nos ayudarán a mantener una salud y bienestar óptimos, y darle a la vuelta a la narrativa en torno a esta etapa asumiéndola como un tiempo de renovación y autoconocimiento.

Un estilo de vida saludable, donde se incluya el ejercicio de fuerza y se mantengan niveles óptimos de vitamina D – inmunoreguladora e indispensable para el metabolismo del calcio -, alimentación balanceada y gestión proactiva del estrés es muy importante para el bienestar. En la perimenopausia hay un descenso más importante de progesterona que de estrógenos que favorece un ambiente proinflamatorio en el organismo, y estos hábitos nos protegen de este efecto, así como de los síntomas más agudos como los sofocos.

¡Sin misterios!

Las mujeres no somos misteriosas, ese misterio es no saber comprender nuestras hormonas y nuestra naturaleza cíclica. La información nos empodera y es mucho más aquello que podemos controlar en dirección hacia la salud y el bienestar, como nuestros hábitos y nuestra actitud, que lo que no está bajo nuestro control.

La invitación es a escuchar nuestro cuerpo, a observar nuestras emociones, a salir del piloto automático, a cuestionar la narrativa con la que hemos crecido desde niñas, así como los mensajes que nos bombardean y condicionan, porque a medida que nos volvemos mas conscientes de nuestro cuerpo y sus procesos estamos más atentas a advertir si hay algún desequilibrio importante y a consultar al especialista.

Comprendernos cíclicas es descubrir nuestra verdadera naturaleza, la tan en tendencia energía femenina, desde una arista biológica…así que cuando te vuelvan a decir que estás intensa porque tienes la regla o la menopausia puedes reír, aunque sea en voz baja, y alejarte sin drama, porque no hay nada malo con serlo, más bien, es nuestro superpoder.

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© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

Ysabel Velásquez
Por Ysabel Velásquez

Sexóloga, Sex & Love Coach . Periodista de Salud. Autora del Libro de motivación para la mujer :En Femenino.