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Lo Que Ellos Desean (Pero No Siempre Dicen)

Este artículo es una invitación a redescubrir la intimidad desde la madurez, la libertad y el placer consciente. Porque el deseo masculino también necesita ser escuchado… y el femenino, celebrado.

Y. Vides

Hablar de deseo masculino sigue siendo, en muchos entornos, un territorio lleno de mitos, silencios y suposiciones. Pero lo cierto es que, lejos de clichés simplistas, los hombres —como nosotras— anhelan una conexión que va más allá del acto físico. Para muchas mujeres activas, independientes y emocionalmente inteligentes, explorar esta dimensión puede no solo enriquecer la vida íntima, sino abrir nuevas puertas de complicidad, placer y autenticidad.

Y aunque no hay un manual universal —cada hombre es un mundo—, sí hay ciertos patrones que emergen una y otra vez cuando se habla con ellos con franqueza. Hablamos con expertos y escuchamos testimonios reales para descubrir qué desean ellos realmente en la intimidad.

Comunicación clara y sin tapujos

No hay nada más sensual que una mujer que conoce su cuerpo y no teme expresarlo. Guiar sus manos, mover tu cuerpo para encontrar la sincronía perfecta, verbalizar lo que te gusta o incluso mostrarlo… Todo eso crea una atmósfera de complicidad y seguridad emocional. Los hombres lo agradecen profundamente. Porque, aunque no siempre lo verbalicen, también buscan orientación y validación.

Conexión emocional: más allá del cuerpo

No todos los hombres lo dirán abiertamente, pero muchos anhelan ese tipo de encuentro íntimo que va más allá de lo físico. Ese que implica miradas, caricias lentas, palabras suaves. “Hacer el amor” no es un término cursi si se vive con intención.

Explorar nuevos escenarios

Romper con la rutina —ese eterno enemigo del deseo— puede ser tan simple como cambiar el lugar. Desde una escapada espontánea al salón, hasta dejarse llevar en una habitación de hotel o un rincón inesperado, la novedad estimula el deseo y alimenta la fantasía.

La compatibilidad sexual puede trabajarse. Foto: Shutterstock
Romper con la rutina puede ser tan simple como cambiar el lugar. Foto: Shutterstock

La intensidad del contacto visual

Mirar y ser mirada en los momentos más íntimos genera una conexión poderosa. Muchos hombres aseguran que sentir que su pareja está presente, involucrada y disfrutando auténticamente, es uno de los mayores afrodisíacos.

El humor como afrodisíaco

La risa desarma, libera tensiones y conecta. Una carcajada a mitad de un encuentro íntimo no arruina la magia, la potencia. Reír juntas, incluso en el sexo, puede ser profundamente erótico.

Tomar la iniciativa: el poder del deseo femenino

La seducción no es un juego exclusivo de ellos. Tomar la iniciativa —un beso inesperado, una caricia osada, una mirada directa— transmite un mensaje claro: “Te deseo”. Y pocas cosas resultan tan poderosas.

Participación activa

El deseo se construye entre dos. Reaccionar, moverse, explorar con las manos y los labios, devolver el gesto… La participación activa no solo enciende el cuerpo, también reafirma el vínculo de complicidad.

Variedad y sorpresa

Cambiar el ritmo, la posición o incluso el enfoque del encuentro puede reavivar la llama. No se trata de forzar lo que no va contigo, sino de permitirte el juego, la curiosidad y la libertad de proponer.

La confianza como puente hacia el placer

Sentirse segura para decir lo que deseas —ya sea un juguete, un juego de roles, una fantasía— es una forma de empoderamiento erótico. Y aunque temamos ser juzgadas, muchas veces ellos están más que dispuestos… y agradecidos.

Más turbadas. La masturbación es todo un menú degustación. Foto: Pexels.
Expresar el placer con sonidos genuinos es profundamente excitante para la otra persona. Foto: Pexels

Los sonidos del placer

No se trata de exagerar, sino de dejarse llevar. Expresar el placer con sonidos genuinos no solo es liberador, también es profundamente excitante para la otra persona. Es una forma de validación emocional y física.

Espontaneidad: el arte de lo inesperado

El deseo también se cultiva con pequeños gestos que rompen con lo predecible. Un mensaje picante en medio del día, una visita improvisada a una boutique erótica, una propuesta inusual. La vida cotidiana puede ser el mejor preludio para una noche intensa.

El placer de ceder el control

No siempre tenemos que ser nosotras quienes sostienen todo. Dejar que ellos se entreguen, que se abandonen y que sean dirigidos puede ser profundamente erótico para ambos. Invertir los roles y tomar el mando puede transformar la dinámica íntima.

Sí, un poco de perversión también

El erotismo habita muchas veces en lo no dicho. Y cuando el estrés y las responsabilidades pesan, un poco de juego transgresor —dentro de los límites consensuados— puede actuar como una vía de escape profundamente placentera.

Vulnerabilidad compartida

Muchos hombres no comparten sus fantasías por miedo al juicio. Crear un espacio seguro, donde ambas partes se sientan escuchadas, permite que las fantasías fluyan, se compartan, y quizás… se hagan realidad.

Conclusión

La intimidad, cuando se vive con consciencia, respeto y apertura, es una de las formas más bellas de conexión humana. Conocer lo que ellos anhelan es solo una parte de la ecuación. Lo más importante es preguntarte a ti misma: ¿qué deseo yo?

Porque en una relación auténtica, el placer no se reparte: se multiplica.

© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia. 

Y. Vides
Por Y. Vides

Periodista. Redactora publicitaria. Colaboradora en distintos medios escritos y digitales.