Uno de mis objetivos como psicóloga, sexóloga y experta en terapia de pareja, es romper tabúes para normalizar el hecho de acudir a terapia. Por ello, quiero brindaros algunos de los motivos de consulta con los que me encuentro para reflexionar sobre situaciones comunes y a veces, no tan comunes que creo que nos pueden ayudar a interpretarnos y reconducirnos dentro del complejo mundo de la pareja.
¡Espero que lo disfrutéis!
Empecemos…
Era un viernes tranquilo para variar. Un viernes que ponía la guinda a una semana donde no había tenido grandes sobresaltos. Una semana de esas que parece que los días han ido pasando en harmonía, y con una supuesta sensación de tenerlo todo bajo control. Informes al día, clientes satisfechos…
Llegué al despacho, recoloqué bien los cojines del sofá, la luz del espacio era agradable… todos los checks en orden.
Hoy recibía a una nueva pareja. Lo único que sabía de ellos era su nombre y algunos datos personales que se rellenan en el formulario online.
Tengo que decir que estrenar una nueva pareja me recuerda esa sensación, de cuando era niña y abría una ventanita del calendario de adviento: sorpresa, ilusión, que me encontraré…
Ese día abrí la ventanita de la señora U y el señor C.
Llamaron a la puerta, les dejé pasar, nos saludamos con un apretón de manos. Tengo que decir que el de él, fue un apretón curioso. Una mezcla agradable entre suavidad e intensidad. Me dejó claro en ese momento que no era alguien de quien te puedes olvidar fácilmente…
Lo primero en que me fijo cuando entra una pareja nueva es en cómo se sientan. Cerca el uno del otro o no… Apartando los cojines o usándolos de barrera… es una señal más que evidente de que realidad está viviendo esa pareja.
Les pregunté por el motivo de consulta y ella, rápidamente, me contestó:
- Rut, no sé si lo sabes, pero somos una pareja extraoficial.
Me quedé callada, a la expectativa de que ella siguiera detallándome el motivo por el que estaban aquí y sobre todo para que me cuente el significado de la frase “somos una pareja extraoficial”.
- Hace 10 años que estamos juntos. Somos amantes desde hace 10 años. Yo estoy separada desde hace 2 y él, sigue casado.
En estas, yo le vuelvo a preguntar.
- ¿Porque estáis aquí? ¿Qué necesitáis de la terapia?
Él seguía callado. De piernas cruzadas, pero con una sonrisa encantadora. Se notaba que era un artista del disimulo. Tensión y conquista se fundían en la misma persona.
Ella contesto de nuevo, esta vez con la boca pequeña…
- Hace dos años que me dijo que dejaría a su mujer y aun no lo ha hecho. Y yo ya estoy cansada…
En mi mente llegaron mil preguntes para hacer. A él y a ella.
Él, con una sonrisa intencionada para quitar hierro al asunto, comentó que no era feliz en su matrimonio y que lo haría, dejaría a su mujer, pero que aún (después de 10 años) no estaba preparado.
Con todo esto me recordé a mí misma, que el objetivo por el cual la gente viene a terapia de pareja es el de obtener el bienestar propio y común. Pero a menudo, el común no es posible, y tenemos que brindar las herramientas para que cada uno encuentre su propio bienestar, aunque este no pueda ser compartido.
Así, que teniendo esto claro, ya podéis imaginar cómo se encarrilo el objeto o de la terapia. Pero lo más importante, la gran pregunta, después de vivir la experiencia de este caso es la siguiente: ¿Es este un caso claro de la búsqueda insaciable de la felicidad en el otro o la otra?
Está claro que estas personas buscaron la felicidad de una forma extraoficial y, aun así, no la conquistaron. Una evidencia más de que la felicidad viene primero y indiscutiblemente de uno mismo.
P.D. Aunque se traten de motivos de consulta reales, los nombres nunca coinciden con la realidad y puede haber un poco de fantasía.
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