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Conociendo la Dominación Femenina

Hay muchas maneras de ser dómina, teniendo como punto en común el gusto por tener el poder en las interacciones eróticas.

Arola Poch

Dómina, dominatrix, dominatriz, Ama. Diferentes maneras para referirse a la mujer que ejerce poder sobre otra persona. En el imaginario de algunos, es un sueño vestido con cuero, látex, tacones y con un flogger, una pala, un látigo o algún otro instrumento en la mano. En la realidad, hay muchas maneras de ser dómina, teniendo como punto en común el gusto por tener el poder en las interacciones eróticas. A partir de aquí, el BDSM (siglas de Bondage, Dominación-Disciplina, Sumisión-Sadismo, Masoquismo) incluye multitud de juegos, algunos basados en el dolor, otros en la humillación o en la obediencia, con ataduras, azotes, privación sensorial, control del orgasmo o con lo que la imaginación buena o malamente disponga.

Las fantasías sexuales con contenido de dominación y sumisión son bastante frecuentes tanto en hombres como en mujeres de todas las orientaciones. El BDSM se puede plantear en diferentes grados: desde juegos más suaves (vendar los ojos o atar las manos) hasta otros más extremos (azotes, juegos con cera, agujas o pinzas), todo entra dentro de esta categoría. Lo importante es conocer bien a la persona con la que se van a compartir juegos y consensuar todas las prácticas, estableciendo límites y acuerdos sobre qué se puede hacer y hasta donde antes de ponerse manos a la obra.

Hay dos roles básicos en la erótica de la dominación y la sumisión: persona dominante o top y sumisa o bottom. No son dos papeles excluyentes, están los switch, a quienes les gusta transitar entre ambos, adoptando un papel u otro según el día, el contexto o la persona con la que se juega.  El BDSM no tiene roles asignados según el género y aunque haya quiénes caigan en el estereotipo de pensar que lo mayoritario son hombres dominantes y mujeres sumisas, nada más lejos de la realidad. Primero porque hay más géneros, segundo porque hay más orientaciones y tercero porque incluso dentro de la heterosexualidad, los roles no están predefinidos.  Hay mujeres que encuentran excitación en asumir el papel dominante y hay hombres que encuentran altamente morbosa una mujer poderosa que rompe con las tradicionales normas sociales.

El femdom (dominación femenina utilizada en el contexto heterosexual) y el lezdom (en el contexto homosexual) son prácticas más habituales de lo que algunas personas piensan y pueden desarrollarse a diferentes niveles: desde el plano de la fantasía, hasta lo real, de forma presencial u on line, de manera amateur o profesional, incluso hay ya dóminas creadas con Inteligencia Artificial. En el BDSM la excitación física es importante, pero la psicológica casi que lo es aún más. Sin el juego mental en el que cada persona asume un rol determinado, resulta complicado entrar en la parte física. Por ello no es de extrañar que puedan funcionar las relaciones D/S (dominación/sumisión) virtuales, sin que haya nunca ningún contacto físico. Nuestra principal zona erógena está en el cerebro.

Las mujeres de hoy en día no nos identificamos con la cenicienta de Disney. Foto: Shutterstock
Existen muchos esterotipos sobre la estética de las dóminas. Foto: Shutterstock
                                                                             

Findom o dominación financiera

Uno de los juegos BDSM en los que es más habitual encontrar el rol de mujer dominante y hombre sumiso es la dominación financiera: ellos entregan dinero o hacen regalos a la dómina. En estos casos el principal fetiche es el dinero como forma de poder. Controlar el dinero es controlar el poder. Unido a los pagos, se establece una relación de dominación y sumisión verbal, donde es posible que aparezca humillación hacia la persona que paga, por ejemplo, en el argot, una forma de denominarlos es paypig, cerdo pagador.

Siempre hay que tener en cuenta las siglas básicas del BDSM: SSC que significa sensato, seguro y consensuado. Aquí y en cualquier práctica, la sensatez es primordial. Por ello es importante saber a quién se cede el poder, en quién se puede confiar y poner límites previos a los juegos. Un fimdom donde la persona acaba arruinada o desatendiendo obligaciones nunca será sano. Ahora bien, si alguien quiere gastarse un determinado dinero en cumplir sus fantasías de satisfacer los caprichos de su diosa, por qué no. Hay quienes se lo gastan en conciertos, festivales o viajes.

La estética femdom

El estereotipo de dómina dibuja una imagen de mujer vestida de negro, con cuero, látex, zapatos o botas de tacón, sujetando un látigo en la mano o tirando de una cadena que lleva a un collar colocado en el cuello del sumiso, con este a cuatro patas. En algunos casos, puede hasta llevar varias correas con varios perros a la vez, dando una imagen aún más poderosa. Y si bien la estética es muy importante en el BDSM, no hace falta caer en clichés para desempeñar un rol y cumplirlo a las mil maravillas. Aquí más que nunca aplica aquello de que el hábito no hace al monje: la actitud es lo más importante. Pero esto no quiere decir que la imagen no sea importante, además puede haber un fetiche por una estética (por látex, por tacones, etc.) y entonces eso añade un extra de excitación al juego. Por otro lado, en fiestas y eventos públicos normalmente hay siempre un dresscode, es decir, normas de vestimenta.

Al hablar de estética no me refiero únicamente a algo visual, el protocolo y los símbolos forman parte del contexto BDSM. Si quieres dirigirte a una dómina, hazlo con propiedad: un trato respetuoso, educado y de admiración desde el principio será bien recibido. Puedes empezar en esto con algo muy básico: trátala de usted. Cuando se establece mayor relación, habrá una serie de normas que se irán acordando: posturas, tareas que realizará la persona sumisa (llevar los paquetes de la compra o abrir la puerta del coche, por ejemplo), cuándo y cómo dirigirse a ella… Todo eso se va desarrollando con la relación pero lo primero es ganarse el “derecho” de estar a los pies de una mujer poderosa.

© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia. 

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Por Arola Poch

Psicóloga y sexóloga. Sexpositive & Footfetish. Colaboradora de diversos medios de comunicación. Autora de los libros: Las cosas clarasLo normal es ser raro y A mi rollo con mi cuerpo y mis emociones.