La relación con tu cónyuge o compañero/a, es uno de los vínculos más importantes de tu vida. Puede brindarte un amor y una conexión profundos, alguien con quien compartir experiencias y oportunidades que te ayudarán a convertirte en una mejor versión de ti misma. Pero a veces otros factores, como malos hábitos y creencias poco saludables, se interponen en ese camino. Analizamos cuales son algunas de las mayores amenazas para la felicidad de las personas en relaciones largas y que podemos hacer para cambiar las cosas si fuera necesario.
Comparar tu relación con la de otras personas
Los humanos tenemos una tendencia innata a ver a que altura estamos respecto a los demás. A veces ese instinto de comparación puede ser una fuerza motivadora, pero con demasiada frecuencia acaba siendo el ladrón de la alegría. Tratar constantemente de determinar cómo se compara tu relación con la de otras personas puede ser peligroso para la salud de la relación en general.
Aunque algunas comparaciones pueden animarte, en general, la comparación conduce a una visión negativa de ti misma y tu relación. No hay manera de conocer todas las experiencias e información en la relación de otra persona, normalmente estás comparando las experiencias del día a día de tu propia relación con momentos destacados de la otra pareja. Por ello, es necesario tener en cuenta que sólo estás obteniendo una pequeña visión, a menudo sesgada, de cómo es su relación. Cuando dejes de comparar, abrirás más espacio para la gratitud y el crecimiento en tu propia relación.
En lugar de centrarte en comparaciones externas, dedica tiempo a reflexionar sobre cuánto habéis crecido como pareja y las dificultades que habéis superado juntos. Este cambio de forma de pensar puede mejorar tu estado de ánimo general y llevarte a conectar más profundamente con tu pareja.
Cuando sientas que estás cayendo en la trampa de la comparación, identifica lo que falta en tu relación y piensa en formas de hacer algún cambio positivo en esta área. Si, por ejemplo, envidias la cantidad de tiempo que otra pareja pasa haciendo actividades juntas, úsalo como inspiración para organizar una actividad conjunta como planificar juntos ese viaje pendiente que siempre aplazáis.
Tener hijos
Diversas investigaciones han demostrado que la felicidad conyugal de las personas disminuye después de tener hijos, especialmente durante el primer año de vida del niño, y tarda un tiempo en recuperarse por completo. Si bien los hijos pueden traer un profundo amor y alegría a la vida de una pareja, sin duda también pueden generar nuevos factores estresantes.
Muchas parejas comparten un enfoque común en el objetivo final de formar una familia, pero a menudo pasan por alto el profundo impacto que tener y criar hijos puede tener en su relación. No es raro que las parejas puedan rastrear el inicio de su desconexión hasta el nacimiento de su primer hijo.
Es comprensible, y normal, que la llegada de hijos ponga tensión en una relación dadas las nuevas responsabilidades y la disminución de recursos en términos de tiempo, dinero y sueño. Para combatirlo, es recomendable comprometerse reservar con regularidad un tiempo para conectar como pareja.
Puede ser tan simple como dedicar 15 minutos por la mañana para disfrutar juntos de un café, o priorizar tiempo de calidad sin distracciones antes de dormir para abrazaros y conversar. Aunque también es necesario encontrar tiempo para el sexo y la intimidad, considerando las limitaciones de energía y tiempo que conllevan las responsabilidades de ser padres.
Esperar que ambos permanezcáis iguales durante el transcurso de la relación
Muchas personas creen erróneamente que la persona con la que se casaron el día de su boda seguirá siendo la misma dentro de 5, 10 o incluso 20 años, lo que los lleva a tener problemas para aceptar un gran cambio en la vida de su pareja, ya sea en algo relacionado con su vida laboral, sexualidad o cualquier otro área. Lo mismo ocurre con las personas que temen alterar el status quo de su relación cuando se dan cuenta de algo nuevo o diferente sobre ellos mismos.
Ambas actitudes nos llevan a convertir a nuestra pareja, o a nosotros mismos, en rehenes y a no permitir cambios a expensas de nuestra felicidad y la de nuestra pareja. En su lugar, intenta brindar tanto para ti como para tu pareja el espacio que ambos necesitáis para aprender y crecer.
Crea un ambiente seguro en el que tu pareja pueda compartir lo que descubre sobre sí misma y pídele a él o ella que haga lo mismo por ti. Si los cambios te asustan, asegúrate de poder expresar esos miedos sin condicionar a tu pareja, dejándole claro que sus cambios no tienen que significar el final de la relación. A menudo, lo que parece un distanciamiento es un simple reajuste que puede desembocar en una unión más fuerte.

No tener tiempo para las revisiones regulares
Es fácil para las parejas en relaciones largas convertirse en dos islas, cada uno tan preocupado por sus propias listas de tareas pendientes, preocupaciones y distracciones que rara vez tienen un momento de verdadera conexión. Pero cuando no se toma el pulso emocional del otro casi a diario se amplía la distancia entre ambos. Esto desemboca en sentimientos de aislamiento y vuelve la relación más vulnerable a conflictos intensos y posibles traiciones.
Lo ideal es dedicar de 15 a 20 minutos cada noche a hablar sobre los acontecimientos del día y, lo que es más importante, a abordar el impacto emocional de esos acontecimientos. Haced preguntas para que podáis entender realmente en qué momento estáis.
Cuando nos sentimos reconocidos por nuestra pareja, obtenemos la cercanía que necesitamos y, por lo tanto, es más probable que protejamos a nuestra relación de manera espontánea. Esta protección significa, por ejemplo, que cuando hay un conflicto, es más probable que lo contengamos en lugar permitir que descarrile, también se extiende al fortalecimiento de nuestra determinación de evitar traicionar a nuestra pareja, tanto porque queremos específicamente evitar herirla, debido a los sentimientos de cercanía, como porque ahora es difícil que otra persona nos parezca tan atractivo como él o ella.
No priorizarte
Todos tenemos claro que, en caso de pérdida de presión durante un vuelo, primero debemos ponernos nuestra propia máscara de oxígeno antes de poder ayudar a otros. Lo que a menudo desconocemos, o decidimos ignorar, es que esta línea de pensamiento también se debe aplicar en las relaciones. No puedes ser una gran compañera si constantemente antepones las necesidades de otras personas a las tuyas.
Si constantemente dejas de lado tus aspiraciones personales e ignoras tu bienestar emocional, se vuelve un desafío ser tu mejor versión dentro de la relación. Reservar tiempo cada día para el autocuidado promueve la confianza en uno mismo, una actitud positiva y la felicidad general. Infundir la relación con esta energía a diario mejora inmediatamente la dinámica.
Culpar a tu pareja por tu infelicidad
Como terapeuta de pareja a menudo atiendo a clientes que creen que las acciones o inacciones de su pareja son la razón por la que ellos son infelices. Aunque no sea intencional, las personas pueden canalizar la decepción de sus vidas en ira hacia su pareja o utilizarla como chivo expiatorio de sus propios fracasos.
A veces nos vemos profundamente afectados por las acciones de nuestras parejas, pero al igual que con todas las demás relaciones, sólo podemos controlar las nuestras. Recuerda que cada uno de nosotros somos responsables de nuestra felicidad. Cambiar tu forma de pensar y aceptar la responsabilidad, puede ayudarte a suavizar los sentimientos de ira e insatisfacción y hacer que ambos miembros de la pareja estéis más capacitados para trabajar en su propia felicidad.
No pedir apoyo ni ayuda
Una de las mayores amenazas a la felicidad en las relaciones a largo plazo es la creencia de tu pareja y tú podeís pasar toda vuestra vida dependiendo el uno del otro, especialmente en momentos de confusión en la relación.
Es una muestra de fortaleza, no de debilidad, recurrir a otras personas para obtener apoyo emocional cuando se necesita. De hecho, las personas que no están dispuestas a hablar sobre su relación, incluidos sus defectos, con sus círculo más íntimo, lo hacen a expensas de su felicidad. Tu red de apoyo no está ahí para juzgar a tu pareja, sino para ayudarte. Dejarlos estar ahí para ti puede marcar una gran diferencia. Como puede hacerlo buscar ayuda profesional cuando todo lo demás no funciona. Recurrir a profesionales no es un fracaso. Todos necesitamos ayuda en algún momento de nuestras vidas.
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