Las bases de una relación sólida se construyen sobre la confianza, el respeto y la comunicación abierta. Establecer reglas claras sobre cómo gestionar las emociones y la convivencia es fundamental para crear un ambiente de seguridad y armonía. Las parejas que definen sus expectativas desde el principio, tanto en cuanto a cómo manejar los conflictos como a la forma en que se apoyan mutuamente, suelen experimentar una relación más estable y satisfactoria. Estas reglas no solo permiten reducir malentendidos, sino que también facilitan un espacio donde ambas partes se sienten valoradas y escuchadas.
Lo mismo ocurre en el ámbito sexual. La vida íntima de una pareja debe basarse en un entendimiento mutuo de lo que cada uno necesita, desea y respeta. Las reglas sobre lo que está permitido, lo que se prefiere evitar y cómo expresar deseos o límites son esenciales para una sexualidad saludable. Es importante recordar que no existe una fórmula única para todas las parejas. Las reglas, tanto emocionales como sexuales, deben adaptarse a las características y acuerdos de cada relación, respetando siempre los valores y el bienestar de ambos. Al final, la clave está en la negociación constante y en la voluntad de crecer juntos, entendiendo que cada pareja tiene su propio ritmo y lenguaje emocional.
A continuación, te propongo una serie de reglas que pueden servir como base para establecer un marco de respeto y entendimiento mutuo en tu relación. Puedes seleccionar las que más resuenen contigo y, junto con otras que consideres importantes, elaborar un listado propio que se ajuste a tu pareja y sus necesidades. Recuerda que las reglas deben ser flexibles y adaptables, siempre buscando el bienestar común y la comodidad de ambos. Este ejercicio de personalización te permitirá crear un espacio más consciente y equilibrado para el crecimiento de la relación.
- No tener relaciones sexuales con otras personas (si la relación es monógama).
- No coquetear con otros porque la infidelidad también puede ser emocional (si no sois poliamorosos).
- Prohibido fingir placer. No nos mentiremos para darnos oportunidad de hacerlo mejor.
- No insistiremos al otro en tener relaciones si no estamos bien. El sexo comienza cuando tenemos ropa puesta.
- Cada uno es libre de masturbarse cuando quiera.
- Tiene que existir un equilibrio entre el placer que se da y el que se recibe.
- Seremos claros indicando lo que nos gusta y lo que no.
- No compartiremos detalles sobre nuestra vida sexual. Lo mantendremos entre nosotros.
- Cuidaremos la higiene íntima (antes, durante y después) y la salud sexual.
- Nos comportaremos como amantes: atrevidos, traviesos, morbosos.
- Podremos besar al otro cuando queramos sin tener que pedir permiso.
- Cuando queramos tener sexo lo pediremos abiertamente y respetaremos la decisión del otro, sea cual sea.
- Exploraremos y estudiaremos el cuerpo del otro.
- Llevaremos el sexo fuera del dormitorio: mensajes traviesos por teléfono, notas picantes escondidas…
- No alimentaremos la lujuria con otras personas.
- No utilizaremos el sexo para esconder los problemas.
- Seremos honestos y comentaremos qué cosas sexuales quiere probar cada uno.
- No reprimiremos la sensualidad ni el placer.
- Cuando los encuentros sean planificados nos vestiremos para la ocasión: lencería sensual, ropa interior atractiva…
- No lo llamaremos sexo, lo llamaremos hacer el amor. De esa manera, recordaremos que se trata de intimidad, no de orgasmos.
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