El disfrute sexual y la salud íntima están interrelacionadas a nuestro estado de salud general. Así como ya sabes que mente y emociones inciden en tu cuerpo, órganos, sistemas y tejidos, hormonas, neurotrasmisores y nervios son una red que se comunica en tiempo real con nuestro sistema reproductivo y con la anatomía femenina diseñada para nuestro placer.
La visita ginecológica siempre es un reto que enfrentamos con algo de vergüenza, sin embargo, el especialista debe conocer si tienes alguna enfermedad o condición de salud que pudiera afectar tu función sexual. Aquí te presentamos las patologías que debes comunicarle para sacarle el mayor partido a tu consulta.
Ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental
La ansiedad y la depresión son dos condiciones que afectan la salud mental muy frecuentes en la actualidad, y que de manera directa modifican el deseo sexual, debido a un aumento importante en la hormona del estrés – cortisol – y una disminución considerable del neurotrasmisor de la felicidad – serotonina-.
Medicamentos como los ansiolíticos (benzodiacepinas), antidepresivos (sobre todo los del tipo Inhibidores Selectivos de Recaptación de Serotonina – IRSS) y, en casos más graves, antipsicóticos, afectan el sistema nervioso central generando dificultad para la excitación, menor lubricación vaginal y dificultad para al alcanzar el orgasmo. En caso de estar bajo un esquema de medicación, esto debe ser informado a tu ginecólogo.
El trastorno bipolar y el trastorno límite de la personalidad cursan, en la gran mayoría de los casos, con una conducta sexual compulsiva y con falta de autocuidado en encuentros íntimos casuales, lo que puede exponernos a Infecciones de Trasmisión Sexual. No menos importante, y aun cuando es una condición de índole más neurológica que psiquiátrica, los tratamientos para el párkinson, diseñados para mejorar la comunicación entre las neuronas, aumentan la dopamina y con ello el deseo sexual.
Enfermedad cardiovascular
Colesterol y triglicéridos elevados (dislipidemia), sobrepeso u obesidad, sedentarismo, presión arterial elevada y menopausia son factores de riesgo de enfermedad cardiovascular. Por otra parte, si ya has sido diagnosticada con hipertensión, ciertos medicamentos pueden causar alteraciones en el deseo sexual, la lubricación y dificultad para alcanzar el orgasmo. Las familias de medicamentos que más inciden en la función sexual son los diuréticos porque reducen el flujo sanguíneo hacia la vagina al tiempo que eliminan el zinc necesario para la síntesis de la testosterona y los betabloqueadores, sobre todo los de primera generación, mientras que los inhibidores de la ECA y los antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA II), parecen tener un efecto benéfico. Ante la duda, debes consultar a tu cardiólogo y no cambiar la medicación por tu cuenta.
Es preciso acotar que, aunque ya exista enfermedad cardiovascular diagnosticada, la actividad sexual está recomendada pues es una forma de ejercicio cardiovascular moderado que genera beneficios en cuerpo y mente, a través de hormonas vasodilatadoras como la oxitocina, el óxido nítrico y la vasopresina.
Enfermedad renal
La enfermedad renal crónica causa alteraciones hormonales que inciden en el deseo sexual, y esto genera dificultad para la excitación y el orgasmo. Un metaanálisis del 2018 concluyó que el 84% de las mujeres en diálisis tiene disfunción sexual. El 81% de las mujeres informaron que no eran sexualmente activas. Entre las activas el 64% informó estar moderadamente satisfechas o muy satisfechas con su vida sexual, mientras que solo el 19% de ellas estaban moderadamente insatisfechas o muy insatisfechas.
La alteración hormonal generada por la hemodiálisis baja la testosterona, hormona del deseo también presente en mujeres, y también baja los estrógenos, lo que se manifiesta con disminución de la libido, infertilidad y menopausia precoz. El trasplante renal reestablece la libido y la función sexual en un 75% de los casos.
Cáncer
Los órganos sexuales, el deseo, la función sexual, el bienestar y la imagen corporal de pueden afectarse por el cáncer y su tratamiento. Mientras que hay cirugías y tratamientos que tienen muy poco efecto, otros inciden sobre los niveles hormonales o dañan la función nerviosa lo que incide sobre el proceso de la función sexual. No menos importante, efectos secundarios como cansancio, náuseas, problemas intestinales, de vejiga, dolor, problemas en la piel u otros cambios en la apariencia generan alteraciones en la sexualidad.
No menos importante, ciertos tratamientos y cirugías para algunos tipos de cáncer, como de ovarios o útero, pueden causar menopausia precoz, y de esta manera el abordaje ginecológico, con la finalidad de recuperar la función sexual a plenitud, incluye lubricantes, para el momento del encuentro íntimo así como humectantes y estrógenos tópicos, a manera de tratamiento.
Enfermedades autoinmunes
Nuestro sistema inmunitario está encargado de defender al cuerpo de agentes externos, pero un error puede hacer que desarrolle anticuerpos que ataquen al propio organismo. Los antecedentes familiares, la exposición a ciertos agentes ambientales como sustancias tóxicas y ser mujer en etapa fértil son tres factores de riesgo que inciden en la aparición de una enfermedad autoinmune.
Existe una gran diversidad de enfermedades autoinmunes: anemia hemolítica, hipotiroidismo (Hashimoto), hipertiroidismo (Graves), artritis reumatoide, diabetes tipo 1, esclerosis múltiple, lupus y psoriasis, entre otras. Si bien la mayoría de estas condiciones no afectan la capacidad de gestar, implican cierto riesgo para la mamá y el bebé asociados al tipo de enfermedad y su gravedad.
Otro aspecto a considerar es que las enfermedades autoimunes tienen momentos agudos, desencadenados por lo general por estrés y exposición a ciertos agentes externos, donde los síntomas se manifiestan con fuerza, mientras que hay otros momentos de remisión donde los síntomas desaparecen, lo que significa que la condición está latente.
La importancia de la adherencia al tratamiento
Sea cual sea tu condición o enfermedad, y su efecto sobre tus relaciones sexuales, es imperativo continuar con el tratamiento prescrito por el especialista y no suspenderlo de manera abrupta o sustituirlo por nuestra cuenta.
La buena noticia es que siempre hay alternativas farmacológicas que pueden minimizar esos efectos incómodos en la intimidad, pero para llegar a ellas la comunicación asertiva con tu médico es la clave, así que atrévete a explicar con detalle y sin miedo lo que sientes, una consulta ginecológica donde te abras con sinceridad es el primer paso para llegar, quizás en una interconsulta con el médico que trata tu condición, al esquema de medicamentos adecuado para ti, recuerda que cada mujer es única.
Mentalidad y estilo de vida
En cualquier condición o enfermedad, incluyendo las crónicas cuyo diagnóstico genera un shock emocional, se ha observado que una mentalidad positiva y optimista, acompañada de actividad física moderada, alimentación balanceada, una práctica espiritual, relaciones sociales significativas e involucrarse en actividades que tengan para nosotras un sentido y que además impacten a otros tienen un efecto benéfico que disminuye la intensidad de los síntomas, lo cual genera una mayor disposición a la intimidad.
Todos estos factores dependen exclusivamente de la voluntad y de la determinación del paciente, así que sí las emociones incómodas te han sumido en un estado de ánimo gris, es momento de salir de allí, sola o con ayuda profesional.
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