Se nos ha hecho creer que la menopausia es el principio del fin de la vida sexual. Sin embargo, este mito, de origen patriarcal, no se sostiene, porque la biología nos da la respuesta: termina nuestra etapa reproductiva pero no nuestro deseo, ya que las hormonas no lo determinan. La sexualidad en la madurez es un tema poco explorado porque con la idealización de la juventud se invisibiliza una realidad: las mujeres cumplimos años y esto es un privilegio.
La psicóloga feminista Anna Freixas (Barcelona, 1946) nos presenta en su libro Sin Reglas: Erótica y libertad femenina en la madurez (Capitan Swing, 2018), una exploración sincera de lo que pasa cuando nos hacemos mayores. El libro hace un recorrido por temas sumamente interesantes: los retos de las parejas que nos acompañan, el desafío de la soledad, el impulso por experimentar nuevas rutas de placer y el autoconocimiento como manifiesto de libertad.
La rémora del franquismo
Para la autora, en España la sexualidad femenina en la madurez ha sido muy poco estudiada por el tabú que la rodea. Mientras el papel de la mujer según la religión católica es el de madre y esposa complaciente, y su deseo está más que mediado por el deseo del hombre, al cesar la etapa fértil se nos ha dicho que nuestra sexualidad ha muerto, y hemos asumido que es natural que el hombre busque mujeres más jóvenes. Toda esta dinámica fue convalidada desde la esfera política por el franquismo, que promovió durante décadas la imagen de una mujer sumisa, restringida al espacio doméstico, una suerte de hada tutelar del hogar.
Inmersas en este contexto sociocultural, puertas adentro, muchas mujeres han usado la menopausia para terminar con una sexualidad que no les complacía, bajo el argumento de que ya no tenían deseo como punto de partida para dejar de “cumplir el deber marital”.
El deseo no desaparece, evoluciona
Freixas explica que el deseo sexual en la mujer madura no es, como hemos creído, una entelequia, sino más bien es una realidad cambiante, explica que podemos desear a un hombre, luego a una mujer o tener una temporada donde no deseamos el sexo y esto no es patológico, es natural, es producto una evolución que ahora se observa en el ciclo vital de una mujer porque vivimos más años. De esta manera, el fin de la reproducción, marcado por la menopausia, no es el fin del deseo sexual, sino el inicio de una etapa más libre. “Quienes afirman no tener deseo después de la menopausia tampoco lo tenían durante sus 30 o 40 años, así que no es la causa, porque el contexto, el respeto y los aspectos relacional, psicológico y afectivo pesan más que las hormonas”, precisa la autora.
El no tener la regla ni la capacidad para gestar es una ventaja para la exploración sexual de cero hasta el infinito. Con esta premisa, Sin Reglas no es un libro de autoayuda, es una publicación de va a la raíz de los tabúes sexuales con los que hemos crecido para descubrir su origen, cuestionarlos y poderlos trascender con la capacidad de agencia que cada una posee. La autora ha afirmado que hay un capítulo clave, que ella ha llamado, Destapar la cazuela, que funciona de punto de partida.
Aprovechando esta ola feminista
Estamos acostumbradas que de la sexualidad femenina no se habla a cualquier edad, pero el auge del feminismo entre las mujeres jóvenes desde la irrupción del movimiento Me Too y la capacidad de las mujeres mayores de ser más abiertas con respecto al tema, por sus experiencias de vida, han hecho posible que sea propicio sacar la conversación en Sin Reglas: “en una relación de pareja, es básico llegar a conocer tu cuerpo y tu deseo: lo que te gusta, lo que no te gusta, cómo lo deseas. Y es importante negociarlo sin ponerte en peligro ni a ti ni a la otra persona; sin tener el temor al abandono, al no gustar o sin miedo que a tu pareja le pueda gustar más a otra persona. Esas capacidades de hablar y negociar son ventajas que te da la edad”, ha dicho Freixas.
Más goce y menos dificultades
En Sin Reglas se reivindica el derecho a una sexualidad libre, con las ventajas de la madurez como una etapa donde hay mayor autoconocimiento, menos obligaciones y más tiempo. También decodifica la disfunción sexual porque para Freixas es una palabra inexacta ya que las dificultades en el ámbito sexual rara vez tienen una causa física u hormonal, siendo generadas por desencuentros que son de tipo emocional, relacional, comunicativo, de confianza y de seguridad.
A medida que aumenta la longevidad hay mayor evidencia de que las personas mayores pueden ser sexualmente activas y es algo natural porque los seres humanos necesitamos vincularnos con otros, el contacto piel a piel, la sensualidad y también la sexualidad, y esto suma bienestar.
Lo que más nos preocupa a medida que sumamos años
Para escribir Sin Reglas, Anna Freixas realizó un trabajo de investigación que duró más de tres años, a través de 729 encuestas realizadas a mujeres entre 50 y 83 años, de Barcelona, Córdoba, Valencia y Madrid. Uno de los asuntos que descubrió la autora es la dificultad de las mujeres mayores para aceptar su cuerpo y los cambios naturales que este ha experimentado con los años, y esto se debe a que la sociedad idealiza la juventud y unos cánones de belleza específicos, por ello celebra que se muestren mujeres mayores en los medios, de cuerpos diversos, como personas felices. Otro de los hallazgos es que la menopausia puede ser la oportunidad para replantearse patrones de comportamiento sexual y hasta la orientación sexual (en el 14% de las encuestadas), quienes sienten curiosidad por experimentar con mujeres. No menos importante, si bien un gran grupo de mujeres afirmó pasar del sexo como actividad, y enfocar su energía en otras cosas, de las mujeres encuestadas, 55% afirmó mantenerse activas y estar satisfechas con su vida sexual.
La autora observó con preocupación la infantilización que pasan las mujeres que viven en las casas de sus hijos o en residencias que no respetan el derecho a la privacidad. También, descubrió un deseo de desligar el sexo de las responsabilidades de una relación que implica compartir una vivienda o hacerse cargo de las necesidades del otro, y no menos importante, la sorprendente ventaja que ha supuesto el uso del internet para encontrar nuevos vínculos sexuales con discreción.
Un nuevo comienzo, sin dejar de ser tú
El objetivo de Sin Reglas es apropiarnos de nuestro placer. Poco más de la mitad de las mujeres encuestadas afirmaron disfrutar – y mucho – de su intimidad, sola o compartida.“Hay mujeres de todas las edades a las que no les interesa nada el sexo, o que aprovechan la menopausia para cerrar el quiosco, y otras que afirman tener más deseo que en otros momentos de su vida porque han conocido mejor su cuerpo o renegociado con su pareja”, afirma la autora.
Las opciones para vivir la sexualidad en la madurez son infinitas: la pareja formal, los amantes esporádicos, la exploración lésbica, y la autora ha observado que lo que apaga el fuego no es la edad sino las circunstancias y las presiones sociales.
El libro es un recorrido por experiencias vitales, donde también encontrarás comentarios sobre películas y otros libros. Un ensayo de lectura ágil en clave feminista que se entreteje con las inquietudes comunes de todas. De esas vivencias, y de las orientaciones de la autora, extraemos una hoja de ruta que nos sirve a todas, aunque todavía no lleguemos ahí, para transitar la madurez con más gozo y menos estereotipos.
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