Son muchas las mujeres a las que les gusta mantenerse arregladas y atractivas, desde el outfit de moda, pasando por depilaciones y tratamientos costosos y a veces dolorosos, buscando alcanzar esa imagen “perfecta” de nosotras. Solemos usar como referencia las influencers, la actriz de moda y hasta nos fijamos en alguna amiga negándonos a representar y aceptar esa herencia genética que nos resulta desagradable o indeseada.
La búsqueda de esa belleza exterior puede estar acompañada de actitudes poco saludables, y puede llegar a convertirse en una especie de adicción, conllevando a desear nuevos cambios en el cuerpo, poniendo en riesgo nuestro bienestar físico y mental.
La publicidad nos ha mostrado de alguna forma la asociación de la belleza con el amor, belleza con una pareja estable, belleza con una buena satisfacción sexual; y si no establecemos una adecuada y real autopercepción de nuestra imagen podemos buscar desenfrenadamente esa belleza idealizada como un medio para ser más amadas, más deseadas o simplemente más felices.
Pues bien, la buena noticia es que para tener un alto nivel de satisfacción sexual no es imprescindible tener ese cuerpo soñado.
Si buscamos en la literatura y estudios científicos sobre como tener una plena vida sexual, como conseguir más orgasmos o como aumentar la actividad sexual, veremos que entre las múltiples recomendaciones no se hablara sobre tener un cuerpo estéticamente perfecto, pero si se habla sobre como valoramos el cuerpo que tenemos.
Barnés, en su artículo sobre cómo ser bueno en el amor señala que la confianza es esencial en el sexo, y no únicamente la que tienen los miembros de la pareja entre sí, sino también la que una persona mantiene hacia sí misma; sentirse atractiva y reconocida es esencial para mantener una vida sexual saludable, reportando mayor orgasmos y una actitud positiva hacia el sexo.
Por otro lado, la psicólogo Judith Francisco indica que la autopercepción más que tener que ver con el físico tiene que ver con aspectos psicológicos y de la personalidad que se relacionan con la sexualidad, ya que quienes por ejemplo se consideren aburridas creerán que sus parejas piensan lo mismo y que se les está evaluando. Lo mismo ocurre con quienes solo ven malformaciones en su cuerpo o rasgos no atractivos.
Hay quienes pueden pensar que la ausencia de relaciones sexuales afecta el sentirse bien consigo mismo, sin embargo hay estudios que han demostrado que por el contrario, una valoración negativa de sí mismo si afecta en una baja frecuencia o satisfacción sexual
La satisfacción sexual está ligada a aspectos como la aceptación del acto en sí, la frecuencia, la duración de la misma, las caricias, el juego previo, el nivel de deseo, las fantasías o actividades consensuadas como uso de juegos eróticos. Así que una mujer, por ejemplo, con obesidad o unos kilos de más puede sentir mayor disfrute que un cuerpo 90-60-90, y esto ocurre por el autoestima que cada una posea.
Más allá de las implicaciones a la salud que emergen por el sobrepeso, una persona con autoestima alta podrá tener una relaciones sexuales de calidad sin importar los cánones de la sociedad sobre lo que es atractivo.
Por supuesto que para un hombre o mujer puede resultar atractivo y excitante un cuerpo esbelto y perfectamente curvilíneo, sin embargo existen otros factores en la intimidad en los cuales las personas se puede fijar como: la simpatía, el olor, la vestimenta, el lenguaje corporal y en la entrega de la amante, que viene dada por la seguridad y confianza propia.
Esa valoración que tenemos sobre nosotros, la aceptación de nuestros rasgos físicos y de personalidad nos mueve en diferentes direcciones cuando interactuamos, por ello es importante establecer un juicio personal positivo, libre de anclajes por paradigmas sociales, por comentarios descalificativos de otros o por experiencias pasadas.
Si en mi desenvolvimiento sexual reconozco que me cohibo de ser libre, que la satisfacción con mi cuerpo no me permite disfrutar los encuentros o bien que me he limitado por experiencias negativas previas que afectan mi seguridad; es momento de buscar ayuda profesional que me ayude a conseguir una aceptación de mi imagen, de mi cuerpo y que bien me dé el ánimo de cambiar o mejorar aquello que no me gusta de mí, de una forma constructiva y sana.
Cuando una persona tiene un autoestima alta se siente confiada para expresar su sentir, para experimentar; sus pensamientos van orientados hacia la búsqueda de placer y de compartir, sintiéndose cómoda con su pareja y en la intimidad; presentando pocos temores o sensación de angustia sobre el que dirá o lo que pueda suceder posterior al encuentro con su pareja, por lo que se concentran en disfrutar las sensaciones de su momento presente y disminuyen las ideas negativas sobre su rendimiento o actuación sexual, en pocas palabras sienten más y piensan menos.
Cabe evaluarnos: ¿Te sientes a gusto con tu cuerpo? ¿Tus rasgos corporales coinciden con las impuestas por la sociedad? ¿Estas satisfecha con tus encuentros sexuales? ¿En base a que calificas tu físico y tus relaciones sexuales? Estas son algunas de las preguntas que podemos hacernos para detectar si hay algún indicio de que nuestra vida sexual se esté afectando por nuestra mente.
Es recomendable que las expectativas sobre la satisfacción sexual estén basadas en nuestras propias experiencias y no en la de terceros, en la publicidad o pornografía; siempre podremos documentarnos, hacer exploraciones de nuestro cuerpo, buscar fuentes de erotismo que nos lleven a sentirnos mejor con nuestra práctica sexual y con nosotros mismos, pero solo nuestra voz interna determinará el nivel del placer adecuado para mi complacencia.
Así que puedes mantener la luz encendida y disfrutar de la relación sexual una vez que hagas las paces con el espejo, sanes la relación con tú físico y empieces a disfrutar de las maravillas de tu cuerpo.
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