Todos tenemos demonios personales. Ya sea ansiedad en nuestra relación, insatisfacción en la vida sexual o algo doloroso del pasado que está afectando el presente ¿Cómo sanamos para que el deseo no se diluya? Cuando las circunstancias externas crean estrés ¿Cómo priorizamos la intimidad? Cuando una pareja se inhibe en la cama ¿Cómo puede aprender a relajarse y a encontrar su voz sexual? Todo esto nos genera malestar, y – aunque no lo parezca a simple vista – afecta nuestra salud.
Hoy exploramos estos asuntos comunes en los adultos de este siglo marcado por la inmediatez, la gratificación instantánea y la hipersexualización mediada por las pantallas, que paradójicamente nos aleja de nuestro placer, del contacto con la propia piel y del vínculo que se construye en pareja como una fuente de bienestar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Es un hecho que cuando hay insatisfacción sexual no existe bienestar. Aquí te traemos recomendaciones para superar los escollos más frecuentes erosionan la expresión sana y plena de la sexualidad.
Malas experiencias que han afectado tu deseo ¿Cómo sanarlas?
El sexo es el espacio donde nosotras somos más vulnerables. Desnudar el cuerpo es desnudar el alma y no siempre la seguridad y la complicidad están presentes en un momento de intimidad.
No tiene que tratarse de un abuso sexual, basta con caer en una difusa zona gris donde el placer se diluye a través de un comentario rudo sobre nuestro cuerpo, de un cuestionamiento sobre nuestra conducta, con una maniobra brusca que no esperábamos, de algún avance sin consentimiento, hasta cosas más graves como una humillación manifiesta que nos haga sentir desprovistas de nuestro poder.
Casi sin lugar a dudas, podría afirmar que ninguna mujer se salva de una mala experiencia sexual, y es un hecho que la consecuencia se expresa en el deseo, que se afecta incluso llegando a desaparecer por un buen tiempo. Esto es una natural parte del proceso, uno que implica protegernos para poder sanar.
¿Cómo evitar que estas malas experiencias afecten nuestro presente y nuestro futuro? Comprendiendo que ese momento quedó atrás, que no todos los hombres son iguales, teniendo la valentía de alejarse de quien te ha hecho daño y buscando ayuda profesional de ser necesario.
Tu deseo te pertenece y tú lo compartes con la persona con quien decides hacerlo. No siempre acertamos en esa elección y eso está bien. Cuando de alguna manera nos sentimos violentadas, sentirnos culpables es una injusta parte de la ecuación, así que darnos el permiso y el tiempo para perdonarnos, con la aceptación radical de que nunca un abuso, por sutil que parezca, es nuestra culpa, es indispensable para pasar la página y reconectar de nuevo con el placer en el momento presente.
Circunstancias externas que crean estrés ¿Cómo priorizar la intimidad?
Es un hecho que las responsabilidades laborales así como las cargas familiares generan estrés y esta tensión nerviosa, cuando es constante, hace que el deseo sexual desaparezca. La explicación científica para esto es que el cortisol, la hormona del estrés, pone al organismo en un estado de alerta, que si bien es indispensable para enfrentar los desafíos de la vida, cuando es sostenido la relajación indispensable para conectarse con el placer sexual se vuelve una tarea cuesta arriba.
En un estado reactivo, que se exacerba con el ritmo actual de vida y con la hiperestimulación que nos dan las redes sociales y las pantallas, la intimidad pareciera ser un asunto pendiente, y de esta manera pasan los días y los meses y vamos descuidado esa esfera de la vida que nos da tanto bienestar y que es indispensable para que el vínculo de la pareja se mantenga sano.
Para priorizar la intimidad es indispensable darle el espacio y el lugar que se merece, y para esto es necesario abrirle un espacio en la agenda, sin excusas. El pensar que el viernes, por ejemplo, es el día que tendremos intimidad nos pone en una actitud de espera erotizada, hace que emerjan pensamientos positivos relacionados con el encuentro sexual. Una de las ventajas de esta estrategia es que al salir de esa pausa con los encuentros programados, la frecuencia aumentará de forma natural y el deseo sexual espontáneo te sorprenderá.
Como recomendaciones no menos importantes a seguir: limitar el uso de las pantallas, desconectarse del móvil y no llevarlo a la cama, hacer actividades que disfrutes y promuevan la relajación natural y adoptar una actitud de conexión emocional con tu pareja, a través de demostraciones de afecto y erotismo fuera de la habitación.

Cuando una pareja se inhibe en la cama ¿cómo puede aprender a relajarse y a encontrar su voz sexual?
Un cambio brusco en la frecuencia o en la actitud de tu pareja puede tener muchas razones. El primer paso es establecer un diálogo abierto donde se pueda expresar sin sentirse juzgado. Luego, entender que la mayoría de las veces los motivos son internos, y que cuando están vinculados a la dinámica de la relación es importante hacernos conscientes de las actitudes que puedan alimentar esa incomodidad: desprecio, críticas con respecto al cuerpo y/o el desempeño sexual y actitudes defensiva o evasiva.
Si la conversación no funciona, buscar ayuda profesional es el siguiente paso. Una inhibición sexual puede ser también un síntoma de un trauma, pues de forma inconsciente cualquier estímulo placentero puede detonar una memoria desagradable, así como la consecuencia de creencias limitantes relacionadas con el sexo. La buena noticia es que eso se puede sanar con terapia, a través de ejercicios de relajación específicos y con un trabajo que le permita a la persona explorar sus deseos, trabajar los pensamientos negativos, eliminar la culpa y tratarse con amor compasivo.
El sexo como pilar de la salud
El momento de la relación sexual, desde que comienza la excitación hasta después del orgasmo es una experiencia total, que se vive como un estado de flujo o flow, una actividad de completa inmersión, desafiante y gratificante, donde el tiempo parece pasar más rápido y hay una sensación de control, concentración y disfrute. El psicólogo norteamericano Mihaly Cskszentmihalyi explica que los estados sexuales intensos tienen el potencial de ser beneficiosos, y esto avala de forma científica lo que tradiciones espirituales como el tantra y el tao proponían hace milenios.
El estado de flujo aumenta la plasticidad cerebral facilitando nuevas conexiones neuronales que refuerzan los sentimientos positivos experimentados durante ese estado. Estos efectos conducen a una mejor función cognitiva, una mejor salud mental y una mayor sensación de bienestar.
En la relación sexual se liberan neurotrasmisores como la dopamina – encargado del placer – y la oxitocina – responsable del apego seguro -, que en condiciones favorables de amor y respeto crean sentimientos positivos. Estos neuroquímicos refuerzan la experiencia y conectan las neuronas en nuevas rutas, cambios que mejoran la función cerebral, la vinculación emocional profunda y la salud general.
Sin embargo, emociones indeseables como la vergüenza, la culpa, la agresividad, la violencia, la ansiedad de desempeño, la cosificación de una pareja, el deseo de gratificación egoísta o el miedo durante la actividad sexual, también pueden reforzarse con cada encuentro.
“La metáfora de la mente como una sustancia plástica, moldeada por la experiencia, ha reemplazado la antigua noción de una entidad fija e inmutable que determina quiénes somos” precisa Csikszentmihalyi en su libro ‘Flujo: la psicología de la experiencia óptima’, y esto significa que el cerebro se reconfigura en función de las experiencias que tenemos, por ello cuando hablamos de sexo es preciso cultivar emociones positivas como el amor, la alegría, la escucha, la generosidad, la gratitud, la actitud lúdica y la apreciación de la experiencia, de esta manera promovemos cambios cerebrales positivos que tendrán repercusiones en nuestra salud.
La adicción a la pornografía es un ejemplo negativo del estado de flujo. La persona se enfoca intensamente en la búsqueda de imágenes o videos al principio experimentará cierto grado de gratificación. Esta experiencia se vuelve dañina por los estados emocionales de frustración al no tener contacto real. Siguen consecuencias indeseables como la pérdida de la fuerza de voluntad e incluso disminución de la capacidad de respuesta sexual, que hace buscar estímulos cada vez más fuertes. Esta adicción reconfigura el cerebro, reduce la experiencia sexual a una liberación mecánica, impactando negativamente el bienestar del individuo, y modifica su idea del sexo, al tiempo que, dependiendo del contenido que se consuma de forma reiterada, instaura y refuerza la cosificación de la mujer y comportamientos sexuales agresivos o degradantes, que afectan la forma en cómo la persona se relaciona románticamente en la vida real.
Compartir el ejercicio de nuestra sexualidad con una pareja estable es todavía más beneficioso para nuestra salud. Martin Selligman, padre de la psicología positiva, en su libro ‘La Auténtica Felicidad‘, explica que el matrimonio está intrínsecamente relacionado con la felicidad. En en un estudio de opinión llevado a cabo durante 30 años en Estados Unidos el 40% de los participantes casados dijeron ser muy felices, versus el 24% de los separados y divorciados. Esta ventaja en la percepción de bienestar integral de quienes tienen pareja, ya sea dentro de un matrimonio o de una convivencia, se mantiene independientemente de la edad, el género y el nivel de ingresos en otros estudios. Selligman precisa que si bien en la experiencia clínica los matrimonios infelices socavan el bienestar, también es un hecho que las personas que ya son felices tienen más posibilidades de contraer matrimonio y permanecer casadas, creando satisfacción y bienestar en esa unión.
Entender que la sexualidad es un pilar importante de la salud es hacernos cargo de ejercerla con la responsabilidad afectiva y emocional que merece. De igual manera, comprender que si hay una disfunción, compulsión, cambio brusco en el deseo o un conflicto de pareja, que no se puede resolver por cuenta propia, es un síntoma que debe ser atendido con ayuda profesional, es cuidar de nuestra salud. El placer sana, suma bienestar y alegría a la vida, es una fuente de energía y de salud que todos merecemos cultivar.
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