Los límites para definir qué es una infidelidad vienen determinados por el tipo de pacto que cada pareja hace, por lo que entendemos una infidelidad como la ruptura de ese pacto. Si este es de exclusividad afectiva y sexual, cuando aparecen los amantes el contrato, que puede o no haberse explicitado, se incumple y se atenta contra la confianza dentro de la relación.
Existen diferentes tipos de infidelidades: planificada o no, con sentimientos o puramente física…y diversos motivos que llevan a cometerlas. En algunos casos las razones pueden ser evidentes, como cuando en una relación existen carencias. La infidelidad surge como una forma de lidiar con los conflictos que hay dentro de la relación, tener un amante tiende a ser una forma de escape. Y este se convierte en el parche que esconde aquellas problemáticas dentro de la pareja que no se han podido solventar.
Pero, ¿qué lleva a una mujer que se declara feliz en su relación a tener una amante? Analizamos algunas de las causas más comunes.
El aburrimiento y la rutina
La falta de estimulación dentro de la relación, puede favorecer que esta se busque fuera, a través de amantes. Es más frecuente en quienes requieren estimulación constante y no encuentran la motivación que necesitan en sus relaciones.
Creencias y valores
Algunas creencias y valores pueden favorecer la infidelidad. Se justifica el hecho de tener un amante con argumentos tipo: “solo esta vez”, “todo el mundo lo hace” o “es solo sexo”. O no se considera la infidelidad como algo negativo por el sistema de valores.
La vanidad
La seducción continua puede ser la motivación fundamental en personas con rasgos narcisistas, quienes miden su autoestima de acuerdo a las conquistas que tienen. Sentirse atractivos y con poder de atraer a otros alimenta su ego.
La soledad
El sentimiento de soledad dentro de una relación es especialmente difícil. Cuando en una relación uno de los miembros se siente solo, por circunstancias como que la pareja viaje mucho por trabajo, puede motivarle a buscar compañía en un tercero.
La curiosidad
Buscar lo novedoso y la curiosidad por probarlo todo, puede provocar que la persona decida tener amantes. Es posible que personalidades reprimidas o de mucha timidez, encuentren más fácil atender al deseo de lo novedoso, que pedirle a su pareja que cambie o prueben hacer algo diferente.
Falta de gratificación sexual
Amor y satisfacción sexual no siempre van de la mano. Diferentes niveles de deseos o de gustos pueden generar insatisfacción, y favorecer la idea de intentar buscar amantes más compatibles sexualmente.
Traumas no resueltos
Se ha encontrado también que las personas que han vivido algún tipo de trauma en la etapa infantil o en el pasado son más propensos a cometer infidelidad. Haber sufrido abandono emocional, maltrato físico, abuso o haber presenciado infidelidades en el seno de la familia son factores de riesgo.
Baja autoestima
La inseguridad personal también puede llevarnos a buscar un amante. Si nos sentimos inferiores a nuestra pareja en algún aspecto o no estamos seguros de nuestra valía, este puede ser un recurso (nada saludable) para reafirmarnos.
Independientemente del motivo, una infidelidad implica el riesgo de dañar a la otra persona y pone en riesgo la relación. En estas situaciones, cabe preguntarse si hay algún aspecto de nuestra personalidad o de la relación que tenga que ser tratado. O si deberíamos plantearnos un cambio en el modelo de relación, que no implique la monogamia, para construir y mantener una relación más sana y satisfactoria.
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