La carne es débil, dicen, y es que caer en la tentación cuando las pulsiones y la atracción entran en juego es muy fácil. El sexo tiene mucho de instintivo, y cuando los estímulos nublan los sentidos, poner el freno es una tarea propia de mentes fuertes y espíritus evolucionados que no se dejan llevar por las trampas de la pasión.
La infidelidad no es normal, aunque sí es muy frecuente. Hombres y mujeres tenemos la capacidad de comprometernos y mantenernos fieles a una sola persona, esto no es una entelequia. Sin embargo, estar en pareja no es negar que podemos sentirnos atraídos por otras personas, es elegir no caer en la tentación de romper el acuerdo de exclusividad que hemos decidido suscribir.
Para algunas parejas que la han normalizado, la infidelidad, siempre y cuando sea sólo física y no involucre sentimientos, es tolerable mientras se mantenga la lealtad a la relación. Sin embargo, se ha observado que este comportamiento genera un resentimiento que se va acumulando hasta arrasar con el amor, cosa muy contraproducente.
Si bien el paso para transgredir la exclusividad pactada lo da el infiel, y debe ser reconocido como el – o la – único responsable, detrás de esta conducta hay factores interesantes, individuales y de la dinámica de pareja, a ser explorados y ¡aquí te los traemos!:
- Desgaste de la relación que se expresa en una pérdida del cariño, el amor y el cuidado mutuo. Recordemos que el amor se cultiva como una planta, y esto implica un trabajo constante.
- Falta de comunicación asertiva sobre los deseos propios y las necesidades emocionales. Cuando se instaura un estilo de comunicación agresivo o pasivo agresivo, que es ese que pretende que nuestra pareja adivine lo que sentimos y pensamos.
- Baja autoestima que nos lleva a compensar una inferioridad autopercibida a través de nuevas conquistas románticas. Sentir que todavía somos atractivos nos da un shot de dopamina que nos hace sentir mejor, validados y aceptados.
- Problemas de salud física, como dolor crónico o discapacidad de la pareja que la indisponen para la intimidad. Suena cruel, y lo es, pero es una realidad que debe ser aceptada.
- Problemas de salud mental, como depresión o ansiedad. Estos trastornos, además de alejar el deseo sexual en la mayoría de quienes los padecen, si la persona además ingiere medicamentos del tipo antidepresivos y ansiolíticos se verá realmente bloqueada para disfrutar la intimidad.
- Adicciones al alcohol, al sexo, al romance o a las drogas. Cuando una persona es adicta tendrá serios problemas para controlar sus impulsos y mantenerse feliz en una relación exclusiva.
- Problemas que no se abordan en el matrimonio, como el miedo a la intimidad o actitud evasiva ante los conflictos.Con el tabú alrededor de la terapia individual y de pareja, tanto los traumas emocionales como las heridas de la infancia se arrastran a la relación de pareja, causando dolor e insatisfacción personal que nos puede hacer propensos a buscar diversión y placer fuera del compromiso.
- Cambios importantes en la vida, como convertirse en padres o que los hijos abandonen el hogar. Estos momentos de encrucijada vital implican una restructuración de las dinámicas de la relación para adaptarse a los cambios y algunas personas son poco flexibles, lo cual puede impeler a buscar conexión emocional fuera de la pareja.
- Períodos estresantes, como cuando los cónyuges deben estar separados durante mucho tiempo. Estas situaciones desafiantes requieren de aplicar la creatividad para fortalecer la intimidad, usando métodos alternativos como el sexting y las videollamadas eróticas.
- Machismo, se le ha dicho a los hombres que son más viriles y válidos mientras más parejas sexuales tengan. Esto, lamentablemente, es un hecho sociocultural común en todo el hemisferio occidental.
- Empoderamiento femenino mal interpretado, que lleva a la mujer a buscar conquistas sexuales como una forma de, al mejor estilo machista que todas criticamos, validarse a través del deseo masculino.
Cuando nosotras somos infieles
Si bien los estudios de décadas anteriores informaban que la infidelidad femenina se daba cuando había un descuido emocional importante, porque lo que se buscaba era más el amor que el sexo, en la actualidad, mi experiencia clínica me lleva a afirmar que esta situación ha cambiado, porque son muchas mujeres que incurren en esta conducta solo por experimentar variedad en la esfera sexual.
Cuando analizamos conductas sexuales hay un diálogo permanente entre los aspectos socio cultural y el biológico, y en este mundo de gratificación instantánea a golpe de click un hecho que nosotras, aunque solemos ser menos visuales, también tenemos la capacidad de dejarnos llevar por la atracción sin otro objetivo que el disfrute del momento.
Mi recomendación final es preguntarte, antes de ceder ante el impulso, si vale la pena transgredir el compromiso. Emociones como culpa, vergüenza y arrepentimiento son recurrentes cuando somos infieles, además que siempre se descubre, por más que intentes ocultarlo. El precio de perder a la pareja, porque difícilmente el hombre soporta saber que el cuerpo de su mujer fue tocado por otro, también puede implicar perder a la familia.
La peor infidelidad es ser infiel a ti misma, si estás pensando en otra persona que no es tu pareja hay dos vías, la terapia para solucionar los problemas y continuar, o la separación definitiva para iniciar un nuevo capítulo en tu vida.
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