1. Portada
  2. /
  3. ARTE EROTICO
  4. /
  5. Vídeos & Películas
  6. /
  7. Erotismo sin Complejos: las...

Erotismo sin Complejos: las Películas que Están Calentando las Pantallas Españolas


Marta Burgués

Hubo un tiempo en que hablar de cine erótico era casi sinónimo de vergüenza ajena, de escenas mal rodadas y argumentos que apenas servían de excusa. Pero algo está cambiando en las pantallas. El éxito mundial de 50 sombras de Grey abrió una puerta que muchos creían cerrada, y ahora, casi una década después, asistimos a un auténtico renacer del género. Con una diferencia crucial: las nuevas propuestas no rehúyen la sensualidad explícita, pero tampoco renuncian a contar historias interesantes, con personajes de carne y hueso —nunca mejor dicho— y conflictos que van mucho más allá del dormitorio.

En España, este fenómeno se ha manifestado con especial intensidad en los últimos meses. Desde producciones nacionales que buscan su hueco en un mercado tradicionalmente dominado por Hollywood, hasta relecturas contemporáneas de clásicos del erotismo europeo, la cartelera ofrece actualmente una variedad de propuestas para todos los gustos. Y lo más interesante: el público responde. Las salas se llenan, las plataformas registran cifras récord de visualizaciones, y las conversaciones en redes sociales arden con debates sobre los límites del deseo, el consentimiento y la representación del placer femenino.

La apuesta española: pasión con acento propio

Empecemos por casa. Pídeme lo que quieras llegó a los cines españoles en 2024 con la pesada etiqueta de «la respuesta española a 50 sombras de Grey«. Y aunque las comparaciones siempre son odiosas, lo cierto es que la película de Eric Navarro —basada en la exitosa saga literaria de Megan Maxwell que ha vendido millones de ejemplares— ha conseguido conectar con un público ávido de ver reflejadas en pantalla las fantasías que antes solo habitaban las páginas de las novelas románticas.

La historia sigue a Judith, una joven que se enamora de un empresario alemán con un pasado turbio y unas preferencias sexuales poco convencionales. Suena familiar, sí, pero la película tiene su propia personalidad: más mediterranea, menos fría que su referente anglosajón, con diálogos que oscilan entre lo cursi y lo genuinamente sensual. Las escenas íntimas no escatiman en audacia, aunque siempre dentro de los parámetros de una producción pensada para el gran público. ¿El resultado? Un fenómeno de taquilla que demuestra que existe hambre de este tipo de contenido en español.

Menos comercial pero igualmente provocadora es El aspirante, de Juan Gautier. Ambientada en una residencia universitaria, la película juega con los códigos del thriller psicológico mientras explora las dinámicas de poder y deseo entre sus jóvenes protagonistas. Las escenas de alto voltaje están al servicio de una narrativa más oscura y perturbadora, alejada del romanticismo de Pídeme lo que quieras. Es cine español que no pide permiso para incomodar.

Clásicos reinventados para una nueva era

Si hay una película que simboliza el regreso del erotismo europeo sofisticado, esa es Emmanuelle. El clásico francés de 1974 marcó toda una época y definió una estética: exotismo, belleza, sensualidad sin culpa. La nueva versión, dirigida por Audrey Diwan (la misma cineasta que ganó el León de Oro con El acontecimiento) y protagonizada por Noémie Merlant, llega con la promesa de actualizar ese espíritu para el siglo XXI.

Diwan ha declarado en varias entrevistas que su Emmanuelle no es un remake al uso, sino una reinterpretación contemporánea que cuestiona la mirada masculina tradicional del género. Las escenas eróticas están filmadas con una sensibilidad diferente, priorizando el placer femenino y la autonomía de los cuerpos. El resultado es una película hermosa y perturbadora a partes iguales, que recupera la elegancia del cine erótico de autor sin renunciar a la provocación.

El thriller erótico encuentra nuevas musas

Si hay una actriz que no teme a los retos interpretativos, esa es Nicole Kidman. A sus 57 años, la australiana protagoniza Babygirl, uno de los estrenos más comentados de 2025. Dirigida por Halina Reijn (responsable de Cuerpos, cuerpos, cuerpos), la película la muestra como una ejecutiva de éxito que pone en peligro todo lo que ha construido al iniciar una tórrida aventura con su joven becario, interpretado por Harris Dickinson.

La premisa puede parecer un territorio ya transitado, pero Reijn construye un thriller psicológico tenso e inteligente sobre el deseo prohibido, la vergüenza y el abismo generacional. Kidman está extraordinaria en un papel que exige vulnerabilidad y fiereza a partes iguales, y las escenas íntimas entre ella y Dickinson son de una intensidad electrizante. Antonio Banderas completa el reparto como el marido ajeno a todo, añadiendo capas de complejidad moral a una historia que plantea preguntas incómodas sobre el poder, el género y quién tiene permitido desear a quién.

Mención especial merece Queer, la última provocación de Luca Guadagnino, el director de Call Me by Your Name. Protagonizada por un irreconocible Daniel Craig, la película es una adaptación de la novela semiautobiográfica de William S. Burroughs que explora la sexualidad con una franqueza brutal y poética. Guadagnino filma el deseo homosexual con la misma intensidad sensorial que caracteriza toda su filmografía, creando imágenes de una belleza perturbadora. No es una película fácil —Burroughs nunca lo fue—, pero es cine erótico de la más alta categoría.

El fenómeno streaming: cuando el algoritmo juega con fuego

No todo ocurre en las salas de cine. Las plataformas de streaming han descubierto que el contenido erótico funciona, y funcionan muy bien. Caerás, un thriller rodado en Mallorca y clasificado para mayores de 18 años, ha sido uno de los títulos más vistos en Netflix España durante semanas. La película combina paisajes paradisíacos con una trama de suspense y escenas de sexo explícitas que han generado todo tipo de reacciones.

El éxito de Caerás y títulos similares plantea preguntas interesantes sobre el futuro del género. ¿Estamos ante un cambio real en la forma de consumir y valorar el cine erótico, o simplemente ante una moda pasajera? ¿Las plataformas ofrecen más libertad creativa o solo buscan el clickbait fácil? Lo que es innegable es que el público está ahí, esperando historias que no infantilicen el deseo ni lo reduzcan a lo pornográfico.

Más allá del morbo: hacia un erotismo adulto

Lo más interesante de este momento del cine erótico no son las escenas de sexo en sí mismas —que siempre las ha habido—, sino el contexto en que se insertan. Estamos en una época de conversaciones profundas sobre el consentimiento, la representación de los cuerpos diversos, la mirada femenina en el cine y los límites entre el arte y la explotación. Las películas que realmente funcionan son las que participan de estos debates sin perder de vista que el erotismo, al fin y al cabo, debe evocar deseo.

Babygirl cuestiona los roles de género en las relaciones de poder. Emmanuelle replantea la mirada sobre el cuerpo femenino. Queer visibiliza sexualidades marginadas con una honestidad inédita en el cine mainstream. Incluso Pídeme lo que quieras, con toda su carga romántica comercial, habla del derecho al placer sin vergüenza. Son películas que entienden que el sexo no existe en el vacío, que está atravesado por la política, la economía, la psicología y el poder.

El futuro es caliente (y complejo)

¿Qué nos depara el futuro inmediato? Si estas películas son indicativas de una tendencia, podemos esperar más propuestas que combinen sensualidad explícita con ambición narrativa. Más directoras mujeres explorando el género desde su propia perspectiva. Más diversidad en los cuerpos y las sexualidades representadas. Y, con suerte, más conversaciones inteligentes sobre un aspecto fundamental de la experiencia humana que el cine ha tratado históricamente con una mezcla de fascinación y pudor hipócrita.

Porque al final, de eso va todo esto: de recuperar para el cine el derecho a mostrar el deseo en toda su complejidad, sin caer en la pornografía gratuita pero sin refugiarse tampoco en la elipsis cómoda. El erotismo, cuando está bien hecho, no es sucio ni vergonzoso. Es humano. Y estas películas, con todos sus aciertos y errores, nos lo recuerdan.

Así que sí, hace calor en las pantallas. Y no pensamos pedir que bajen la temperatura.

© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

Marta Burgués
Por Marta Burgués

Periodista freelance con más de 20 años de experiencia en distintos medios escritos y digitales. CEO en Divisibles.