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¡Estoy Seca! La Sequedad Genital al Descubierto

La sequedad genital no solo ocurre en la menopausia. Te lo contamos todo sobre una de las causas de consulta más frecuente.

Myriam Ribes

La sequedad genital es una de las consultas más frecuentes que tenemos en ginecología y te puedo asegurar que no solo ocurre en la menopausia.

¿De qué hablamos cuando decimos sequedad genital?

Ni más ni menos que lo que dice su nombre, de falta de agua. Ocurre cuando hay un déficit de humedad y de lubricación en la zona genital que produce síntomas muy molestos.

¿Por qué pasa?

La vulva y la vagina, como todos los órganos del cuerpo, tienen un diseño especializado que les permite ejercer sus funciones. Su anatomía, la arquitectura de sus células y la presencia de un microbioma específico, la famosa flora, favorece la creación de un ambiente único y equilibrado que les otorga la máxima efectividad. Cuando se pierde ese equilibrio, se altera todo el sistema y entre otras cosas, aparece la sequedad.

¿Y qué altera ese equilibrio?

Solemos asociarlo al déficit de estrógenos característico de la menopausia. Y es correcto, la vulva y la vagina contienen muchos receptores de estas hormonas, que son responsables, entre otras muchas cosas, de favorecer ese perfecto microambiente vulvovaginal. Pero ni todo es por las hormonas ni los estrógenos disminuyen solo en la menopausia. Podemos encontrar menos estrógenos y sequedad, en la infancia, durante el posparto, en la lactancia y cuando se usan medicamentos que disminuyen su nivel en sangre, como los anticonceptivos o muchos de los fármacos que se usan para la endometriosis y algunos tipos de cáncer.

¿Y si mis estrógenos son normales y no tomo esos fármacos?

Las irritaciones crónicas también pueden producir sequedad, por ejemplo, si tienes infecciones o sangrados de repetición o si usas tratamientos agresivos con la piel como la quimioterapia, la radioterapia o incluso jabones o cosméticos inadecuados.

Beber poca agua también puede producir sequedad, así como muchas de las enfermedades que afectan a la piel y el tejido conectivo, como el síndrome de Sjögren, la dermatitis atópica o la psoriasis.

Y aún hay más, los malos hábitos, los problemas emocionales y los endocrinos también afectan a la humedad de la piel, así como muchos medicamentos, como los antidepresivos, los antidiabéticos, los antihistamínicos o los antihipertensivos.

¿Cómo sé que estoy seca?

Como en otras partes de cuerpo, antes de que notes síntomas, ya puedes ver a simple vista que la piel y las mucosas están deshidratadas: se ven más finas, más pálidas y a veces con descamación y pequeñas heridas.

Los síntomas son implacables: picor, ardor, irritación y mayor sensibilidad dolorosa, con escasa lubricación genital y dolor durante las interacciones sexuales, lo que llamamos dispareunia. También puede aparecer flujo anormal, sangrado y malestar persistente tras el sexo. En el caso del síndrome genitourinario de la menopausia, puede afectarse la uretra y la vejiga, añadiendo molestias urinarias, como ganas continuas de ir al lavabo, dolor al orinar y hasta incontinencia.

¿Y qué es eso del síndrome genitourinario de la menopausia?

Seguro que ya has leído sobre él. Al trastorno dermatológico que produce la disminución de estrógenos en vulva y vagina se le ha nombrado de muchas maneras:  atrofia, vaginitis atrófica, vulvovaginitis hipoestrogénica… Ahora sabemos que afecta a toda la zona genital, incluyendo el sistema urinario externo y el ano, y por eso el nombre se ha unificado a síndrome genitourinario de la menopausia o SGM.

La disminución de estrógenos puede causar un trastorno dermatológico . Foto: Pexels/Ketut Ssubiyanto
La disminución de estrógenos puede causar un trastorno dermatológico. Foto: Pexels/Ketut Ssubiyanto

¿Cómo se trata todo esto?

De muchas formas diferentes, que puedes probar escalonadamente o a la vez.

1# Mejora tus hábitos

Bebe suficiente agua, aliméntate de forma inteligente y haz ejercicio.

Solo con beber más agua y dejar tóxicos como el tabaco o el alcohol, notarás un cambio espectacular en tu piel. Pero ¿sabes que el ejercicio de fuerza ha demostrado evidencia en mejorar la elasticidad y la firmeza de la piel? No solo estarás más sana, sino que se te verá en la cara.

2# Mima tus genitales

Usa hidratantes y emolientes vulvovaginales para mantener la humedad natural y mejorar tu microbioma. Procura que sean especiales y específicos para para la zona, hay cremas y aceites maravillosos.

3# Lubrica sin fin

No te olvides de los lubricantes ni los sustituyas por otras cosas. Aunque algunos llevan sustancias hidratantes, la función del lubricante no es hidratar sino facilitar la interacción sexual y permitir el roce sin dolor ni molestias. Aunque te hidrates regularmente, recuerda siempre el lubricante, tanto en tus interacciones a solas como en compañía. Usa los más adecuados para ti y tus preferencias. Hay también un montón de productos maravillosos.

4# Mírate y tócate

Y no solo para el placer. Acaricia y masajea la zona aprovechando que te hidratas.

La deshidratación y el dolor hacen que la zona se vuelva rígida, y para aliviar eso, lo mejor es un buen masaje y acostumbrar tu piel a un contacto seguro como es el de tu mano. Aunque también puedes utilizar alguno de los juguetes maravillosos que hay en el mercado.

5# Procúrate orgasmos

La descarga vascular, neurohormonal y energética de los orgasmos mejoran la piel, la mucosa y todo el sistema fibroligamentario genital. Además, son analgésicos, ansiolíticos, hipnóticos y protectores del sistema inmune y cardiovascular.  A solas o en compañía, con juguetes o sin ellos, no dudes de su gran beneficio.  Inventa un nuevo refrán: “un orgasmo al día del médico te libraría”.

6# Entrena tu suelo pélvico

Los años, la vida y la disminución de estrógenos pueden afectar de forma dramática al tono de la musculatura pélvica. La sequedad tampoco ayuda.

Activar la zona con ejercicios específicos no solo mejora tu suelo pélvico, sino tu espalda, tus interacciones sexuales, tus orgasmos y tu sequedad. Pon una fisioterapeuta de suelo pélvico en tu vida.

7# Busca ayuda médica

Aunque no se obvie realizar todo lo anterior, a veces se necesita más.

Si la sequedad está producida por un trastorno médico o un fármaco, a veces se puede optimizar la situación y cambiar el medicamento. Pero si estamos ante el síndrome genitourinario de la menopausia, es probable que tengamos que recurrir al tratamiento médico.

¿Me estás hablando de hormonas?

Sí y no. Me explico. No me refiero al tratamiento hormonal de la menopausia, aunque también podría ser muy útil. Pero en general solemos utilizar estrógenos locales, específicos y dirigidos solo para la zona genital. También se emplean otras sustancias no estrogénicas como la prasterona o la testosterona y el ospemifeno, un medicamento oral que es un activador selectivo de los receptores de estrógeno que solo actúa en los sitios que nos interesan más.

¿Y lo de la estética?

Es lo que está más en auge. Aunque aún no hay estudios claros de su evidencia, los tratamientos regenerativos vaginales son muy prometedores. Entre ellos están la infiltración de sustancias como el ácido hialurónico, el plasma rico en plaquetas o los nanofats y todas las técnicas genitales basadas en energía como son el láser, la luz pulsada y la radiofrecuencia.

En resumen, dispones de un montón de estrategias para el manejo de la sequedad genital y sus consecuencias. A veces solo necesitas una para mejorar y a veces todas. Pero es importante que recuerdes que la sequedad es un síntoma que puede estarte indicando que has de cambiar algo. No lo consideres normal ni lo minimices, investiga y busca soluciones.

© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia. 

Myriam Ribes
Por Myriam Ribes

Escritora, ginecóloga y sexóloga. Divulgadora en ginecología y sexología a través de su blog Myriam Ribes y autora de los libros: Recupera tu deseo en 7 pasos’, 31 Sexideas para todo un mes’ y Retales de nuestra vida’ entre otros.