Abramos hoy otro melón. Sexo y dolor.
Hemos sido capaces de normalizar el dolor menstrual y, bajo el mismo paraguas sociocultural, el dolor en la penetración.
Tres de cada cuatro mujeres sufren dispareunia (dolor en la penetración) en algún momento de su vida ¡Tres de cada cuatro mujeres!
Cada una aprende a sobrellevarlo en soledad, pensando que es rara, única, que el sexo es así o que, si le ha tocado vivir eso, es por alguna razón bajo la que debe resignarse.
Es cierto que, cada vez atiendo más consultas relacionadas con este dolor y no es porque haya aumentado la incidencia. Estamos en un momento de destapar velos, abrir mucho los ojos, cuestionar creencias que vienen de muy lejos y que ya no estamos dispuestas a tragar.
¿Me nutren las relaciones sexuales con mi pareja? ¿Es mi función satisfacerle? ¿De verdad lo más importante en el sexo es la penetración?
Estamos soltando la carga de ser objetos de deseo y satisfacción ajena, recuperando la libertad de nuestro propio deseo y placer. Recuperando la libertad y, con ella, la responsabilidad.
El viaje es hacia dentro, como sugiere Maureen Murdock en su libro Ser mujer: un viaje heroico. Poder mirar hacia dentro y darnos cuenta de lo que hay en nosotras, descubrir aquello que realmente queremos o deseamos, reconocer aquellas cosas que hemos estado haciendo bajo las normas sociales establecidas, lejos del respeto hacia nosotras mismas.
En ese viaje introspectivo puede aparecer la culpa o esa voz interna que nos juzga sin piedad. Si aparece, la abrazamos juntas.
Tenemos experiencia en fingir orgasmos, en dejarnos hacer o permitir prácticas sexuales que nos resultaban desagradables o incluso dolorosas. No es que seamos estúpidas, es el poder de las creencias inconscientes campando a sus anchas.
La buena noticia es que las creencias son aprendidas, se pueden desaprender, modificar, editar y sustituir por otras nuevas.
Un proceso que puede parecer lento y tedioso. No lo es.
A las mujeres que acompaño les resulta divertido y muy nutritivo. Aprender sobre el funcionamiento sexual, entender la sexualidad desde la neurociencia, generar nuevos registros con curiosidad y sin esfuerzo. Es una gozada.
Cada vez son más las mujeres que vuelven a disfrutar de su sexualidad, olvidándose del dolor para siempre. Mujeres que han tomado la responsabilidad de su propio placer, se han embarcado en ese viaje hacia dentro y han seguido las propuestas para recuperar su power pélvico, toda esa capacidad de placer innata.
Una de las propuestas aborda el uso de la vibración para relajar la musculatura y normalizar la sensibilidad. Como pautas generales, sin conocer el caso concreto, puedo recomendar el uso de vibración continua y de baja intensidad. Se empieza estimulando la parte externa y siempre respetando el límite del no-dolor.
Pero, ¿dónde quedaba la pareja en todo esto?
La realidad es que quedaba lejos y a veces obstaculizaba el camino, sin pretenderlo. Es difícil sostener el proceso, sin entender los por qué ni para qué del tratamiento. Y una carga más para la mujer que lo está transitando.
Para hacerlo más fácil y gustoso para las dos partes implicadas, pasé meses creando un programa que incluye a la pareja desde el minuto cero.
Disfrutar de espacios comunes con la pareja, donde aprender cómo cultivar el deseo, cómo afrontar el dolor y ejercicios sencillos para dejarlo fuera de escena, es muy nutritivo para el vínculo.
Sentirse acompañada, arropada por una comunidad de mujeres que están caminado hacia el mismo objetivo es liberador.
Se trata de recuperar la vitalidad, volver a estar en paz con el cuerpo y la sexualidad, restaurando la seguridad en la intimidad.
Inevitablemente, las relaciones sexuales se vuelven más frecuentes y satisfactorias para ambas partes.
Es un privilegio poder acompañar este proceso. Verlos caminar de la mano hacia su bienestar sexual es un honor. Ser testigo de momentos de complicidad, de cada logro común, cada aprendizaje y ver cómo se va fortaleciendo la relación a la par que van consiguiendo reducir el dolor y olvidarse de él.
Las parejas tienen también su soporte privado, donde pueden compartir sus experiencias, dudas, frustraciones y todo lo que necesiten.
No se me ocurre una forma más gustosa de trabajar este tema tabú que hacerlo en grupo, viendo el propio proceso reflejado en otras parejas, en un entorno seguro y amoroso, sabiendo dónde acudir si aparece algún bloqueo, con la certeza de estar en el camino correcto y sin ningún esfuerzo.
Me encantaría conocer tu experiencia, te leeré con toda mi atención y con los brazos abiertos.
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