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Mujeres que Escriben Deseo: La Revolución Literaria de la Sexualidad Femenina

Desde Annie Ernaux hasta Luna Miguel, una generación de escritoras está desmontando tabúes y reivindicando el placer femenino desde la honestidad más radical.

Marta Burgués

Durante décadas, la sexualidad femenina ha sido territorio ajeno en la literatura: un paisaje explorado, narrado y definido mayoritariamente por voces masculinas. Pero algo fundamental ha cambiado en los últimos años. Una ola de escritoras, armadas con una honestidad feroz y una determinación inquebrantable, está recuperando la narrativa del deseo propio. No escriben erótica para el consumo ajeno, sino que diseccionan, cuestionan y reivindican su experiencia sexual con la misma legitimidad intelectual con la que se aborda cualquier otro aspecto de la existencia humana.

Este fenómeno trasciende géneros literarios y fronteras geográficas. Lo encontramos en novelas de ficción, ensayos filosóficos, memorias íntimas y crónicas autobiográficas. Lo que une a todas estas obras no es el exhibicionismo, sino la búsqueda: comprender qué significa ser una persona deseante en un cuerpo de mujer, en un mundo que históricamente ha negado, controlado o malinterpretado ese deseo.

Las pioneras del canon

Cuando Annie Ernaux ganó el Premio Nobel de Literatura en 2022, muchos recordaron que entre su vasta obra se encuentra Pura pasión, un texto devastador sobre una relación sexual obsesiva que la autora francesa narra con la precisión clínica de quien observa su propio delirio. Sin adornos, sin justificaciones, Ernaux describe el arrebato erótico con la misma seriedad con la que otros autores Nobel han abordado la guerra o la política.

Años antes, Catherine Millet había provocado un terremoto con La vida sexual de Catherine M., una autobiografía sexual tan explícita como desprovista de sentimentalismo. Millet, directora de la influyente revista Art Press, demostraba que una intelectual respetada podía narrar su apetito sexual sin que eso la descalificara profesionalmente. Su libro no era una confesión vergonzante, sino un documento antropológico sobre el propio cuerpo.

En Estados Unidos, Chris Kraus escribía Amo a Dick, una obra inclasificable que mezcla crítica cultural, teoría del arte y una declaración de amor obsesivo a un académico que apenas le prestaba atención. El libro, que Rosalía mencionó entusiasmada en sus redes sociales, se ha convertido en texto de culto: una reflexión sobre cómo el deseo femenino puede ser motor de creación intelectual y no solo de sufrimiento romántico.

Rosalía leyendo ‘Amo a Dick’ de Chris Kraus. Foto: Instagram

La nueva ola hispanohablante

En el ámbito hispanohablante, esta revolución ha encontrado voces potentes y diversas. Luna Miguel, poeta y ensayista española, publicó Caliente, un libro que recorre diferentes manifestaciones del deseo femenino en la cultura contemporánea, desde la masturbación hasta las fantasías prohibidas, con una prosa que combina erudición y viscera.

Tamara Tenenbaum, filósofa argentina, entrega en El fin del amor. Amar y follar en el siglo XXI un ensayo lúcido sobre cómo las nuevas generaciones están redefiniendo las relaciones afectivas y sexuales, cuestionando los mandatos románticos heredados y explorando formas de vinculación más honestas, aunque también más inciertas.

Desde Argentina también, Luciana Peker publica Putita golosa: Por un feminismo del goce, donde explora la intersección entre feminismo, deseo y culpa, desmontando los mandatos que nos convierten en «malas mujeres» simplemente por atrevernos a querer lo que queremos.

La escritora española Sara Torres ofrece en La seducción una aproximación literaria al deseo que huye de lo explícito para adentrarse en los territorios ambiguos donde la atracción, el poder y la vulnerabilidad se entrelazan de formas inquietantes.

Cuando la experiencia se hace manifiesto

Algunas autoras llegan a este territorio desde trayectorias inesperadas. Amarna Miller, tras años de trabajo en la industria del cine para adultos, escribió Vírgenes, esposas, amantes y putas, donde desmonta los arquetipos femeninos tradicionales desde la experiencia de quien ha habitado profesionalmente el lado más público y juzgado de la sexualidad.

Noemí Casquet construyó con su Zorras: Trilogía de las mujeres libres un proyecto narrativo que reivindica sin complejos el derecho al placer, la exploración y la libertad sexual, apropiándose de un insulto para convertirlo en estandarte.

Sara Torres se ha convertido en una de las autoras más leídas de los últimos años. Foto: Cortesía Reservoir Narrativa

La teoría del placer

No todas estas obras parten de lo autobiográfico. Katherine Angel propone en El buen sexo mañana un análisis filosófico sobre el consentimiento, el deseo y la complejidad de saber qué queremos realmente en el terreno sexual, especialmente en un contexto donde las mujeres hemos sido entrenadas para complacer antes que para desear.

Lisa Taddeo dedicó ocho años a investigar para Tres mujeres, un trabajo de periodismo narrativo que sigue la vida sexual de tres mujeres estadounidenses contemporáneas. El resultado es un fresco devastador sobre cómo el deseo femenino sigue siendo territorio de batalla, vergüenza y malentendido, incluso en sociedades que se consideran liberadas.

¿Por qué ahora?

Este florecimiento no es casual. Responde a una urgencia histórica: durante siglos, la sexualidad femenina ha sido definida externamente, medicalizada, patologizada, romantizada o directamente negada. Estas escritoras están protagonizando un acto de autodeterminación narrativa. No esperan que nadie les otorgue permiso ni legitimidad.

Lo revolucionario no es solo que escriban sobre sexo, sino cómo lo hacen: sin disculparse, sin embellecer por obligación, sin convertir cada experiencia en una lección moral. Escriben desde la contradicción, desde el desconcierto, desde el placer y también desde la decepción. Escriben, en definitiva, como sujetos y no como objetos del deseo.

En una época en la que los debates sobre consentimiento, placer y autonomía corporal están más vivos que nunca, estas autoras nos recuerdan algo fundamental: no hay emancipación posible sin el derecho a nombrarnos, a definirnos, a contar nuestra propia historia. Incluso, y quizá especialmente, cuando esa historia transcurre en la intimidad de la alcoba.

Porque el deseo, al final, es también una forma de conocimiento. Y estas mujeres están escribiendo, literalmente, el manual.

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© L’Erotheque. Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

Marta Burgués
Por Marta Burgués

Periodista freelance con más de 20 años de experiencia en distintos medios escritos y digitales. CEO en Divisibles.